Chapter Capítulo 157
La mamá de mi hijo será mi mujer
CapÃtulo 157 Con ojos helados, Nicholas escaneó a Eric y siseó enojado con los dientes apretados: â¿Cuál de tus manos usaste para tocarla antes?â
Como si estuviera conmocionado por el aura de Nicholas, Eric miró en silencio al hombre dominante frente a él, sintiendo que esta persona era un poco aterradora.
El shock incluso despejó la mayor parte de su mente de los efectos del alcohol, y se dio cuenta de que nadie a su alrededor se atrevÃa a decir nada, como si fuera una gran persona frente a ellos. Esta atmósfera y situación lo sobresaltaron tanto que no supo cómo responder a la pregunta.
â¿No estás hablando?â Nicolás dijo con frialdad. âMulta. Son ambas manos, entonces.
Con eso, se volvió hacia Edward, quien inmediatamente entendió sus intenciones y respondió: âLo tengo, presidente Sawyerâ. Luego, se volvió hacia los guardaespaldas que vigilaban a un lado y les hizo una señal con un gesto. âLléveselos.â
Al recibir la orden, los guardaespaldas arrastraron rápidamente a las personas que aullaban de dolor en el suelo, más a Eric, que comenzaba a temblar, fuera del club.
Unos minutos más tarde, se escucharon estridentes gritos de dolor desde el callejón afuera del club.
â¿Qué es ese sonido? ¿Qué sucedió? ¿DeberÃamos ir y echar un vistazo?
¿Mira?â
â¿Qué hay para mirar? ¡Vamos rápido!â
Los transeúntes que escucharon los gritos se estremecieron pero no se atrevieron a ver lo que estaba pasando.
Naturalmente, todo esto no tuvo efecto en Nicholas, y su mirada nunca dejó a Tessa todo el tiempo. Por otro lado, ella no sabÃa lo que estaba pasando y ya empezaba a sudar frÃo por el dolor.
Agachándose, preguntó: â¿Cómo te sientes?â
Apretando los dientes, Tessa querÃa tolerar la situación por sà misma, pero el dolor era tan intenso que no podÃa ir en contra de sus sentidos y decir que todo estaba bien.
âCreo que mi herida se ha roto. ¿Puedes por favor enviarme al hospital?â preguntó débilmente.
La expresión de Nicholas era estoica cuando la recogió con un carruaje de princesa y se fue a su auto. Inmediatamente después, el llamativo Maybach zumbaba por las calles.
Quince minutos después, llegaron al hospital y el médico envió a Tessa a una serie de chequeos al llegar.
Después de echar un vistazo a su herida desgarrada, el médico se molestó y lo reprendió:
La mamá de mi hijo será mi mujer âYa no quieres tocar el violÃn, ¿verdad? ¡Te dije que te cuidaras bien en casa, pero no solo no lo hiciste, sino que empeoraste aún más la lesión ahora!
Ante la mención de tocar el violÃn, la luz en los ojos de Tessa se atenuó. âDoctor, ¿puedo volver a tocar el violÃn?â
âSi continúa descuidando su lesión, olvÃdese del violÃn; es posible que ni siquiera pueda levantar algo un poco pesadoâ, reprendió el médico.
Solight combinare el deaterte Cuando Tessa escuchó eso, su rostro se puso pálido y suplicó con lágrimas en los ojos: âMe di cuenta de mi error y me ocuparé de mi lesión, doctor. Por favor, ayúdame. Realmente no quiero ser un lisiadoâ.
El médico suspiró. âEstá bien, siempre y cuando sepas que tienes que cuidarte y no causar ningún problema. De lo contrario, no podrÃa ayudarte incluso si fuera una deidadâ.
âGracias doctor.â Mirando al doctor con gratitud en sus ojos, respiró aliviada.
Aunque el médico fue bastante duro y la regañó, al menos mencionó que aún podrÃa tocar el violÃn si se recuperaba bien.
Después de este incidente, ya no tenÃa otras solicitudes. Mientras pudiera tocar el violÃn, serÃa muy feliz.
De repente, vio a Nicholas sentado en el sofá por el rabillo del ojo. Al recordar que él fue quien la habÃa salvado, se volvió hacia él y le dijo con sinceridad: âGracias por salvarme, presidente Sawyerâ.
En respuesta, asintió levemente. Si él no estuviera allà por casualidad hoy, no tenÃa idea de lo que le habrÃa pasado a ella. Su rostro permaneció pétreo al pensar en esto.
âTess, ¿estás bien?
En ese momento, Timothy, que habÃa recibido la noticia, habÃa corrido al hospital y parecÃa muy preocupado.
Sacudiendo la cabeza, Tessa respondió: âEstoy bien ahoraâ.
Me diste un susto, Tess. En cuanto llegué a casa, vi a los hombres del presidente Sawyer y me dijeron que debÃa ir al hospital porque te pasó algo. ¡Estaba muerto de miedo!â Incluso ahora, Timothy todavÃa se sentÃa nervioso.
Con una sonrisa, ella le acarició la cabeza. âNo tengas miedo. Estoy bien ahora, ¿verdad? Tengo que agradecerle al presidente Sawyer por estoâ.