Chapter Capítulo 8
La mamá de mi hijo será mi mujer
CapÃtulo 8 La visita solitaria de Gregory âSà âdijo Nicholas, sólo para complacer al chico. Estaba convencido de que Gregory sólo tardarÃa unos dÃas en olvidarse de aquella mujer, y estaba aún más convencido de que era imposible que una mujer desconocida para los Sawyer pudiera causar una impresión tan duradera en un niño de tierna edad.
Para su desgracia, Nicholas habÃa pasado todos los momentos de vigilia de los tres dÃas siguientes haciéndole compañÃa a Gregory, sólo para escucharlo quejarse por ver a Tessa.
Mientras se inventaba varias excusas para retrasar esos planes de verla, Gregory perdió la paciencia y amenazó con ignorarlo.
Entonces, el pequeño prÃncipe se encerró en su habitación, negándose a salir o a dejar entrar a nadie.
Con la mirada fija en la puerta de la habitación, cerrada a cal y canto, Nicholas empezó a exasperarse. No tenÃa tiempo para eso, y menos en un dÃa en que tenÃa que pasar por la empresa para asistir a una reunión internacional.
Por ello, llamó al mayordomo y le ordenó con severidad:
âVigila a Greg y no dejes que haga tonterÃas. Llámame si ocurre algo inesperado.
â¡SÃ, señor! âacató Andrew, el mayordomo, con una respetuosa inclinación de cabeza.
Entonces, Nicholas se enderezó y salió por la puerta. Pronto, su imponente figura desapareció tras la puerta de un exquisito Bentley que estaba aparcado en el exterior, y el coche se alejó de la casa.
En ese momento, Gregory estaba acurrucado en su habitación, hirviendo de ira infantil mientras se apretaba contra el balcón y observaba cómo el coche de su padre se perdÃa de vista. Cuando desapareció por completo, se dio la vuelta y volvió a entrar en su dormitorio, después se colgó la mochila de Superman sobre sus pequeños hombros. Se escabulló por el agujero de la pared del patio trasero y enseguida borró todas las imágenes de la cámara que hubieran grabado su huida.
En realidad, ya habÃa buscado en Internet la dirección donde estaba la orquesta de Tessa. «Si papá no me lleva a verla, ¡entonces iré a verla yo mismo!», se decidió. Ahora que su misión estaba cumplida, se sacudió el polvo de sus manos e hizo un ruido triunfal.
â¡Debes haberme subestimado si crees que puedes mantenerme bajo llave!
El pequeño acababa de hacer su gran escapada cuando llamó a un transporte a través de una aplicación telefónica. Con mucho cuidado, fijó como destino la Orquesta del Coro Celestial, que estaba a unos sorprendentes ciento y pico de kilómetros de distancia.
Casi dos horas después, Gregory salió por fin del coche y miró hacia la entrada del edificio. Apretando la correa de su mochila, respiró hondo y entró, luego miró a la recepcionista mientras preguntaba en voz baja:
âHola, señorita, vengo a buscar a mi mamá. Se llama Tessa Reinhart y trabaja aquÃ. ¿PodrÃa ayudarme a llamarla, por favor?
La recepcionista se encariñó con el pequeño de inmediato, pero cuando se enteró de que era el hijo de Tessa, no pudo ocultar su asombro: Ella llevaba tantos años trabajando allÃ, pero nunca habÃa mencionado que era madre de un niño tan adorable.
â¿Estás aquà solo, pequeño? Dame un momento mientras llamo a tu mamá ahora mismo.
â¡Bien, gracias, amable señora! âdijo Gregory alegre, y luego se puso junto al mostrador y esperó.
Mientras tanto, cuando Tessa recibió la llamada de la recepcionista diciendo que alguien estaba allà para verla, habÃa pensado que podrÃa ser un miembro del público de uno de sus espectáculos, pero lo que la recepcionista le dijo fue:
âSeñorita Reinhart, su hijo está aquà para verla, y está solo. Por favor, venga cuanto antes; no es seguro que un niño como él ande solo por ahÃ. Sólo Dios sabe qué clase de depredador tratarÃa de secuestrarlo.
âEr... âaturdida, Tessa parpadeó y respondióâ: Claro, entendido, ahora mismo voy.
Le habÃan quitado a su hijo hacÃa cinco años y se preguntó si algún niño se habrÃa acercado al edificio y la habrÃa confundido con su madre. Pero pensó que se trataba de un giro del destino, asà que se apresuró a acercarse.
«Mejor yo que un traficante de personas», se dijo.
No tardó mucho en llegar al edificio de la orquesta, pero en el momento en que cruzó las puertas, clavó los ojos en Gregory.
Lo miró con los ojos muy abiertos y se quedó helada de sorpresa: «¿Qué está haciendo el pequeño aqu�»
Gregory, en cambio, sonrió al verla, y no pudo ocultar su emoción. Se deslizó de su asiento con la mochila colgada sobre los hombros. Se dirigió hacia ella con toda la velocidad que le permitÃan sus pequeñas piernas. Le rodeó la pierna con los brazos y le dijo con dulzura:
â¡Bonita, por fin nos encontramos!
Tessa sintió que su corazón se derretÃa en un charco. Agachándose, para estar a la altura de sus ojos, le preguntó despacio:
âCariño, ¿qué haces aquÃ?
â¡Papá no tiene tiempo de traerme, asà que aquà estoy yo solo! âmurmuró haciendo una mueca.
«¿Solo?» Por un momento, Tessa se preguntó si le habÃa escuchado mal. Sintió que se le erizaba el vello de la nuca al quedarse sin palabras. «¡No sé qué clase de valor puede tener un niño pequeño para hacer un viaje solo hasta aquÃ! Además, ¡los Sawyer no sabrán qué hacer cuando descubran que ha desaparecido!»
Se estremeció cuando la expresión gélida de Nicholas apareció en su mente. De inmediato, trató de apaciguar a Gregory:
âCariño, no está bien que estés aquà solo sin avisar a tu familia de antemano. Acompáñame ahora. Te llevaré a casa.
â¡No, no quiero ir a casa! âexclamó el pequeño. Cuando escuchó que ella le pedÃa que se fuera, la abrazó con fuerza y la miró abatido. TodavÃa haciendo pucheros, le preguntóâ: ¿Por qué quieres mandarme a casa, guapa? ¿Es porque me odias?
â¡Claro que no! Eso es imposible. Ni siquiera puedo empezar a decirte lo bien que me caes âle dijo Tessa para tranquilizarlo.
Aun asÃ, parecÃa no estar convencido, su carita sombrÃa mientras señalaba:
âEntonces, ¿por qué no me dijiste adiós antes de irte del banquete el otro dÃa? Le pedà a papá que me llevara hasta ti, pero no te encontramos por ninguna parte, y ni siquiera pude despedirme.
Al oÃr eso, se puso rÃgida de sorpresa. «¿Este pequeño individuo trató de buscarme mientras estaba en el yate?» No tenÃa motivos para quedarse después de su actuación, dado que el resto de su orquesta ya estaba bajando. No creÃa que el pequeño pensara que se habÃa ido sin despedirse de él.
Una sonrisa cariñosa se curvó en sus labios mientras lo miraba con dulzura, y luego lo consoló diciendo:
âCariño, lo has entendido mal. Cualquiera que vea lo adorable que eres te amará a primera vista, pero creo que es inapropiado que un niño de tu edad ande fuera de casa sin un adulto âhizo una pausa antes de añadirâ: Mira, si tu padre se entera de que has desaparecido y llama a la policÃa, entonces yo serÃa una secuestradora, ¿no crees?
«Una secuestradora que se ha llevado al principito de la familia Sawyer lejos de casa. Ese es un crimen que jamás soñarÃa con cometer, aunque tuviera todo el valor del mundo». Sin embargo, Gregory se palmeó el pecho mientras prometÃa con seguridad:
â¡No te preocupes, bonita, yo te protegeré! Papá no podrá intimidarte en absoluto.
La diversión brilló en los ojos de Tessa mientras espetó su juramento infantil. Extendiendo una mano, le acarició la carita con suavidad, más que contenta de tener la promesa de protección del pequeño. Dicho eso, seguÃa preocupada e inquieta. Tras un momento de reflexión, presionó:
âCariño, ¿crees que podrÃas darme el número de tu padre?