Capítulo 131
Se Volvió Loco Tras Mi Muerte ( Violeta and Maurino )
CapÃtulo 131
El sonido del teléfono resonaba en la escalera de emergencia, un lugar desolado y silencioso.
Violeta se sobresaltóâ¦
Fuera, Maurino escuchó el ruido, con la mirada oscura que se dirigÃa hacia un punto en el espacio.
Las piernas de Violeta ya se habÃan entumecido tanto que no podÃa ponerse de pie.
Cuando la llamada se cortó, los pasos que se acercaban gradualmente hicieron que el corazón de Violeta se acelerara, y la sombra envolvió la pequeña figura acurrucada en la esquina.
Maurino se arrodilló, queriendo acariciar el cabello de la chica y fijó su mirada profunda en ella. Al ver a la chica escondida en sus brazos, que no levantaba la cabeza, Maurino sintió por primera vez una irritación desconocida en su pecho. Sin embargo, bajó la mano y sentÃa una extraña sensación; más que irritación, era como si no supiera qué hacer con ella.
Finalmente, Maurino levantó a la pequeña chica en sus brazos y volvió a la oficina.
Violeta se resistÃa, âSuéltame, quita tus sucias manos de mÃ, te desprecio.â
Al salir de la oscuridad, Maurino bajó la mirada y vio a la chica en sus brazos, llorando con tristeza. Violeta lo miraba con desdén y rechazo, como si viera algo sucio y quisiera evitarlo a toda costa.
âCon ese nuevo uniforme, ten cuidado de no ensuciarlo con lágrimas.â
Maurino la sentó frente a su escritorio, donde los papeles estaban todos esparcidos y marcados con huellas digitales desconocidas, âSuéltame, y a partir de ahora, no me dirijas de nuevo la palabra.â
âNo eres el hermano que yo conocÃa, ¡me das asco!â
Ese tipo de palabras tan descaradas solo Violeta se atrevÃa a decir.
Maurino, impasible, sacó un pañuelo de papel, intentando limpiar las lágrimas de la chica en sus brazos, pero Violeta lo mordió en la muñeca con fuerza, el dolor se esparció rápidamente, sin cambiar su expresión, Maurino no se inmutó. Ella, sin atreverse a encontrarse con sus ojos en ese momento, lentamente soltó su boca, â¿Por qué dejaste de morder?â
Violeta lo empujó, pensando en sus manos sucias después de tocar.a Dana, y se levantó con desdén para dirigirse hacia la puerta principal.
Maurino observó en silencio cómo la chica se alejaba con cierta molestia, apoyando sus largas piernas y contemplando sus acciones.
Violeta no podÃa abrir la puerta, que ya habÃa sido bloqueada por Maurino a control remoto.
âDéjame salir.â
La mirada del hombre era como la de una persona que veÃa a su mascota encerrada en una jaula, queriendo escapar pero sin poder hacerlo. Encendió un cigarrillo perezosamente, âVioleta, cuéntame lo que viste.â Dejó caer su encendedor de metal, tomando un respiro y exhalando el humo.
Cuando Violeta se giró para mirar a Maurino en ese momento, a veces realmente dudaba si él la
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Capitulo 131
consideraba como una hermana y la trataba con sinceridad, o si simplemente⦠la veÃa como una âmascotaâ que mantenÃa a su lado.
Habiendo vivido dos vidas, él se habÃa ocultado demasiado profundamente, nunca permitiéndole ver a través de él.
Violeta miró fijamente a Maurino, ignorando sus palabras y, enojada, se dio la vuelta y se tumbó en el sofá, tapándose las orejas con un cojÃn, sin querer verlo ni escuchar su voz.
En ese momento, alguien tocó la puerta de la oficina.
Maurino gritó, â¡Dime!â
Ernesto contestó, âEl restaurante ya está reservado, podemos partir cuando usted quiera.â
âEspera.â
Ernesto se preguntaba qué estaba pasando.
Maurino recordó que ella no soportaba el olor del humo, apagó el cigarrillo que habÃa fumado dos veces en un cenicero de cristal, se levantó y se acercó a la ventana, abriéndola para dejar entrar el viento caliente y el ruido de los coches. Su camisa negra mostraba marcas de dientes limpias y profundas.
â¿Violeta, planeas ignorarme por el resto de tu vida?â
â¿O todavÃa te gustan las cosas que hago? Violeta, ¿te has puesto celosa por mis acciones?â
Maurino siempre habÃa entendido los sentimientos especiales que Violeta tenÃa hacia él, solo que nunca habÃa sido capaz de expresarlo tan abiertamente como hoy.
Ella no respondió.
Maurino se quitó la chaqueta del traje y se acercó al sofá para cubrir con ella las piernas expuestas de la chica. Ella llevaba una falda corta del uniforme escolar, y él la cubrió para evitar que se le viera algo más.
âVioleta, hermanita, tengo varias razones por las que hago esto. Si no te lo digo es solo porque no quiero meterte en problemas.â