Capítulo 149
Se Volvió Loco Tras Mi Muerte ( Violeta and Maurino )
CapÃtulo 149
Levántatel
Violeta no obtuvo la ayuda del hombre, sino que recibió una severa reprimenda.
Cuando Violeta se acercó Maurino y vio la ira en sus ojos, se encogió y se puso de pie con timidez. â¿Te has quedado sin mesada o has gastado todo el dinero de la tarjeta? Violeta, ¿por qué sigues haciendo esto?
Las cosas han cambiado; ya no necesitas hacer estas cosas.â
Ese aire de modestia que llevaba en sus huesos, siempre tan cautelosa y sin ninguna sensación de seguridad, le causaba dolor de cabeza a Maurino; se tomó las sienes sin saber cuándo cambiarÃa ella.
â¿No te dije que no acumules más basura en el almacén?â
Violeta replicó, âEsto no es basura, puede venderse por dinero.â
â¿Ahora has aprendido a responder, eh?â
Violeta continuó, âEres demasiado brusco!â
âSeré brusco, pero ni asà haces caso.â
Si Maurino tuviera a sus empleados cerca, sabrÃan exactamente cómo redactar su carta
de renuncia.
Desde los ejecutivos hasta los empleados ordinarios, todos le temÃan a Maurino.
Pero el temperamento de Maurino era algo que Violeta calmaba con cariño.
En silencio, conforme Maurino se acercaba, Violeta olió un aroma familiar en él, el
perfume favorito de Dana, con un fresco aroma a rocÃo y bambú.
Ãl fue a ver a Dana.
â¿Por qué no asistes a las clases de piano que te inscribi?â
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Violeta bajó la cabeza, como una niña que ha hecho algo malo y no se arrepiente, entrelazando sus manos frente a ella, âNo quiero ir, tampoco quiero aprender.â
â¿La razón?â
Ella respondió, âAprender eso no me sirve, no puedo comerme eso.â
En su vida pasada, Maurino también la inscribió en clases para damas y al final, no solo no aprendió, sino que también recibió una reprimenda. Mejor no ir.
El regaño quedó en los labios de Maurino, aun asà no sabÃa qué hacer con ella, âVuelve y reflexiona durante media hora.â
TodavÃa no he comido.
Violeta! ¿Crees que no puedo contigo?â
Ella fingió dolor agarrándose el estómago, âNo⦠no puedo, mi estómago, hermano⦠me duele el estómago.â
Maurino frunció el ceño recogiendo a la sucia niña delante de él. Violeta se apoyó en el pecho de Maurino, como si realmente le doliera el estómago.
Un hombre y una mujer no deben tocarse, según su edad psicológica, Maurino y ella tenÃan casi la misma edad. Pero según la edad real, Maurino podrÃa ser su tÃo.
Quizás Violeta estaba pensando demasiado.
Tal vez Maurino siempre la habÃa visto como una niña que no conocÃa el mundo.
Entrando al iluminado vestibulo, el brillante candelabro de cristal hizo que la cara sucia de Violeta pareciera aún más cómica.
Laura informó, âSeñor Paz, señorita Violeta, la cena ya está lista.â
Maurino ordenó frÃamente, âSube y trae el medicamento para el estómago.â
âSà señor.â
Maurino la depositó en el sofá, sin importarle la suciedad en su cuerpo. Violeta sabia que su hermano tenÃa manÃas de limpieza, pero por alguna razón, con ella no le importaba.
â¿AquÃ?â Maurino deslizó su mano dentro del uniforme escolar, Violeta se quedó mirando su perfil definido por un instante, sorprendida, sintiendo el calor en su plano y tonificado estómago, irradiando a través de todo su cuerpo.
Reaccionó rápidamente, levantándose de sus piernas, âYa estoy bien.â
Al principio, ella en realidad estaba fingiendo.
Pero ahora realmente sintió un dolor punzante en su estómago, miró ansiosa hacia las empanadas en la mesa, rompiendo la extraña tensión entre ellos, âHermano, ¿quieres empanadas? Son de carne y champiñones, voy a traerte guacamole.â