Capítulo 167
Se Volvió Loco Tras Mi Muerte ( Violeta and Maurino )
CapÃtulo 167
âDana, esto apenas está comenzando.â
Ella se debatia, pero no lograba liberarse de su control, âHermano, ¿qué más quieres de mi?â
âSi elegiste volver, entonces debes enfrentar las consecuencias.
¿Por qué regresaste? ¿Eh?â Maurino entrecerró los ojos peligrosamente, su mirada frÃa como el hielo parecÃa querer atravesarla.
Dana guardo silencio, sin responder a su pregunta.
Se forzó a soportar la creciente presión del hombre, sintiendo el dolor en su mandÃbula.
Al no obtener respuesta, Maurino bajo la mano, â¡Quiero ver cuánto puedes aguantar!â
Justo en ese momento, Ernesto golpeó la puerta, âSeñor Paz, hay una llamada del hotel, la señorita Violeta está sufriendo de su estómago otra vez.â
La mirada de Maurino se dirigió hacia la puerta al oir esa noticia, frunció el ceño y bajó su mirada hacia la persona en la cama, âQuiero verte en la subasta mañana.â
âEntendido Señor Paz,â dijo Dana con una voz aún débil, al verlo girar y marcharse, apretó fuertemente el borde del tazón que sostenÃa.
Al ver su figura alta y esbelta alejarse, los ojos caÃdos de la chica se llenaron de tristeza.
¿Asi de importante era ella para él?
O, ¿todavÃa la despreciaba, pensando que estaba sucia?
Dana terminó de beber el caldo frÃo que quedaba en el tazón silenciosamente.
Cuando Maurino llegó al hotel, la gerente de habitaciones estaba sosteniendo una jarra de agua caliente, dándole medicina a la frágil muchacha en la cama. Al verlo llegar, ella rápidamente se hizo a un lado, âSeñor Paz.â
Maurino preferÃa mantener un perfil bajo, no le gustaba exponerse ante el público. Las pocas veces que aparecÃa en las noticias de chismes, era porque los medios estaban especulando; incluso evitaban publicar su rostro en las fotos.
Y mucho menos se atreverÃan a investigar su vida privada, incluyendo los rumores de que mantenÃa una amante.
En el mundo de los negocios, todos temÃan su presencia.
En toda la capital y Aguamar, pocas personas podÃan permitirse un coche de lujo edición limitada, y Maurino poseÃa dos de ellos. Quienes lo conocÃan, no se atrevÃan a provocarlo.
Ãl era un sÃmbolo de poder y riqueza.
Violeta habÃa tomado su medicina y abrazando su estómago, yacÃa en la cama con el rostro fruncido por el dolor. Maurino apartó el cabello que cubrÃa su cara, Te duele micho? ¿Te llevo al hospital, hermanita?â
Ella negó con la cal
blando con debilidad, âEstoy bien, el dolor pasará en un rato después de tomar la medicina.â
â¿Comiste algo que te hizo daño?â
Violeta respondió, âSin querer comà demasiado helado.â
Mientras hablaba, la mano de Maurino se deslizó bajo las cobijas, su mano amplia y áspera cubriendo el estómago que Violeta se sostenÃa, â¿Te duele aquÃ?â
Ella asintió con la cabeza, âSÃ.â
Maurino comenzó a masajearla suavemente, la otra persona en la habitación no querÃa interrumpir y se retiró.
La habitación tenÃa su propio control de aire acondicionado y Violeta, cubierta con una manta delgada, subió la temperatura del aire frÃo, enterrando su rostro en la almohada suave.
Pero, aun asà se sentÃa frÃa por todo el cuerpo.
Se recordaba constantemente que debÃa mantener distancia de Maurino.
âHermano, ya casi son las doce, mejor vuelve a descansar.
Ya tomé la medicina, me sentiré mejor en un rato.â
Al segundo siguiente, al ver el movimiento del hombre, se sorprendió, â¿Hermano, qué estás haciendo?â
Maurino ya se habÃa quitado los zapatos y se ajustó a la posición de la muchacha, âEstás durmiendo en mi habitación.â
âNo lo sabÃa.â
Ella habÃa sido llevada directamente a esa habitación al llegar y era la única habitación.
Pensaba que la habÃan preparado para ella.
âHermano, no podemos hacer esto, la gente hablará.â
âSi a mà no me importa, ¿qué importa lo que digan otros? Además, nadie se atreverá a murmurar y si alguien lo hace, le cortaré la lengua a esa persona.â