Chapter CAPÍTULO 120
La Novia Equivocada Novela de Day Torres
CORAZONES ATADOS. CAPÃTULO 7. Si tuvieras opciones James salió de aquella oficina apresurado, sin importarle que tras él quedaba Sabrina, furiosa y lista para hacer un escándalo mayor. Solo le importaba que Maddi no se sentÃa bien y debÃa estar ahà para ella.
Le bastó un segundo después de empujar la puerta del baño de mujeres para saber lo pasaba.
que le -Tranquila nena, tranquila -susurró sosteniéndole el cabello mientras ella devolvÃa todo el contenido de su estómago-. Eso...
deja que salga todo.
Maddi apenas podÃa soportar la intensidad de sus náuseas, la cabeza le daba vueltas y sentÃa una ola de dolor que le recorrÃa el cuerpo con cada arcada. Nunca se habÃa sentido tan mal en su vida, y apenas podÃa levantar la cabeza, solo sentÃa un brazo de James alrededor de su cintura sosteniéndola.
-Eso, nena, mejor afuera que adentroâmurmuró él suavemente, levantándola para echarle agua en la cara y secando las lágrimas que seguÃan cayendo de los ojos de Maddi-. Eso, linda, respira, estoy aquà contigo. 5 Las lágrimas corrÃan por sus pálidas mejillas de Maddi mientras se aferraba desesperadamente a su mano hasta que empezó a calmarse poco a poco.
-Creo... que no vuelvo a pasar por la cafeterÃa de tu edificio...
-susurró.
James sonrió, comprendiendo que los olores ya estaban empezando a afectarla.
-No te preocupes, buscamos una cafeterÃa que sà te guste y yo te la compro le dijo. Ahora pasa tu brazo por mi cuello, eso nena, te voy a levantar, vamos...
James la alzó en sus brazos y Maddi se dejó llevar porque realmente no tenÃa fuerzas para caminar. Ãl se dirigió a su oficina y antes de que se aproximara por el corredor, ya podÃa ver el rostro desencajado de Sabrina al verlo cargando a otra mujer.
-¿¡Qué diablos significa esto, James!? -le gritó histérica-. ¿¡Ya tenÃas a otra!?
-¡Cállate, Sabrina! âgruñó James sintiendo cómo el cuerpo de Maddi se tensaba-. Y lárgate de una vez, que no tienes absolutamente nada que hacer aquÃ.
-¡¿Cómo que no?! ¡Me estabas engañando con esta...!
-¡Cállate! ¡Loretta, llama a Seguridad! A partir de hoy Sabrina tiene prohibida la entrada al edificio âgruñó James esquivándola para meterse a la oficina y Loretta se puso delante de la puerta como si fuera uno de los custodios de un antro para evitar que Sabrina lo siguiera.
-Ya escuchó al señor King, será mejor que se vaya -dijo sacando su celular y llamando a Seguridad.
En cuestión de segundos dos guardias estaban allà y Sabrina se largó solo para evitar que aquellos hombres la sacaran a la fuerza.
Dentro de la oficina, James recostó a Maddi en el sofá y le acercó un vaso de agua.
-¿Mejor?
-Te estoy causando problemas -murmuró ella intentando sentarse.
-Esos me los causé yo solo desde que me casé con Sabrina -replicó él-. No te preocupes, tú solo tienes que encargarte de estar bien. ¿De acuerdo?
Maddi asintió, pero ninguno de los dos tenÃa idea de que el inicio de aquel embarazo serÃa tan duro. En la semana que siguió Maddi apenas se pudo levantar de la cama. TenÃa náuseas todo el tiempo y no podÃa comer casi nada.
-La doctora dijo que exactamente como empezó, asà se va a irâla consolaba James, pero la verdad era que estaba cada vez más preocupado.
Una de esas mañanas estaba luchando por hacer un desayuno sin olor cuando los wafles se le quemaron. Se le quemaron, limpió todo, volvió a hacerlos y se detuvo mientras los servÃa, dándose cuenta de que en todo aquel tiempo la llave de la ducha no se habÃa cerrado.
-¿Maddi? ¿Maddi estás bien? -preguntó tocando a la puerta del baño, pero nadie le respondió. ¡Maddi! ¡Maddi, dime que estás bien!
James sintió un estremecimiento cuando empujó aquella puerta y la vio desmayada en el suelo del baño. El agua caÃa sobre su cuerpo desnudo y él maldijo desesperado mientras agarraba una toalla y la cubrÃa con ella, levantándola.
â¡Maddi, Maddi respóndeme, por favor! -le suplicó, acostándola en la cama y sacudiéndola hasta que abrió los ojos.
-Lo siento... me dio un mareo... -susurró ella y James respiró aliviado.
-No puedes darme esos sustos.
Lo siento... Maddi se vio envuelta en aquella toalla y se cubrió los ojos con una mano mientras sus mejillas se teñÃan de rojo-.
¡Lo siento, qué vergüenza!
-Tranquila, por suerte tenemos muchas mantas -replicó James tapándola hasta el cuelloâ¡ Voy por el desayuno!
Pero apenas atravesó la puerta él también se puso colorado.
-¡Joder que es bonita! -murmuró recostándose a la encimera. El susto inicial no le habÃa permitido detenerse en eso, pero ahora sà podÃa recordar todas esas curvas suaves que escondÃa debajo de la ropa ancha. 2 En la isla no se habÃa quitado los vestidos de playa, asà que aquella era una revelación totalmente... impactante.
Trató de no pensar en eso, pero en los dÃas que siguieron, incluso cuando no lo esperaba, aquellas imágenes asaltaban su cabeza, haciéndolo contener el aliento y morderse los labios para olvidarlas. 1 Maddi poco a poco iba sintiéndose mejor de salud, pero su ánimo no mejoraba mucho. James podÃa ver cuánto peleaba cada dÃa por ponerle buena cara, y si era honesto ya no sabÃa qué hacer para animarla.
Estaba rompiéndose la cabeza, intentando imaginar algo que la hiciera salir de la casa, cuando recibió aquella llamada de su madre.
-Espero que tengas el trabajo en orden porque esta noche mando al jet por ti, cariño âle dijo Meli.
-OK, ma. ¿Dónde nos reunimos esta vez? -preguntó James entusiasmado.
âAquà en casa, vamos a celebrar la graduación de tu hermana y los amigos de Naiah están aquÃ, asà que mejor vienen ustedes.
-Está bien, mamá, nos vemos mañana entonces. Te quiero.
-Te quiero, hijo, nos vemos.
James llegó a casa ese dÃa emocionado.
¡Vamos a viajar! -fue su saludo, besando la mejilla de Maddi.
-¿A viajar? ¿A dónde?
-A casa, con mi familia. Mi hermana Naiah se gradúa asà que vamos a celebrar.
-Espera... ¿yo también?
-¡Claro! Tienes que conocer a la familia, después de todo, son todos los primos, tÃos y abuelos del bebé -respondió James.
Preparó dos bolsos pequeños y esa misma noche se encontraban en el aeropuerto con Connan, Will y su pequeña hija Samantha. La niña de siete años se colgó del cuello de James y parecÃa pollito: âtÃo, tÃo, tÃo, tÃo, tÃo...â
Acostumbrateâle dijo Connan con un guiño-. No va a volver a prestarte atención hasta que no estemos de regreso. Si tiene un niño alrededor, ya lo perdiste.
A Maddi de verdad le agradaron los amigos de James, supo que llevaban más de diez años casados y habÃan adoptado. El viaje fue tranquilo, pero Samantha durmió como un koala, abrazada a James y Maddi tuvo que reÃrse porque él tenÃa toda la pinta de tÃo favorito, y eso lo comprobó cuando todas las demás niñas de la familia se le echaron encima apenas llegaron a la mansión. 1 ¡James, cariño...! -exclamó Meli y se quedó petrificada cuando vio a aquella chica.
Ya Will la habÃa puesto a la tanto del divorcio con Sabrina, pero no tenÃa idea de que tuviera una novia nueva. El tierno codazo de la matriarca familiar dobló a Will de dolor.
-¿Por qué no me dijiste que traÃa a la novia? -siseó entre dientes.
-No señora, es que yo no soy su novia -se adelantó Maddi y Meli se llevó una mano al pecho con dramatismo. 1 -¿Cómo me dijo?
ââSeñoraâ. Te dijo âSeñoraâ -la molestó Connan. i -¡Nathaaaaaaaan! ¡Búscame la sartén! -llamó Meli y luego se echó a reÃr por la cara de susto de la muchacha. 1 -¡Ella no sabe, ella no sabe! -la defendió James muerto de risa y pasó un brazo sobre los hombros de Maddi-. ¡Prohibido decirle âseñoraâ a mi mamá! Mamá, ella es Maddi, no es mi novia... yo voy a adoptar a su bebé.
Meli y Nathan se miraron un poco impresionados, pero no dejaron de dar la cálida bienvenida que siempre dispensaban a los amigos de la familia.
Maddi conoció a todos ese mismo dÃa y entendió que cuando hablaban de reunirse, lo hacÃan en serio. Eran muchos, y todos parecÃan tenerse un cariño profundo y sincero.
-Tengo que reconocer que me sorprendió âdijo Meli acercándose a ella y poniendo en sus manos una copa helada de limonada que le sentó a Maddi como néctar de los dioses-. Ayuda para las náuseas, ¿verdad?
-SÃ, mucho... Gracias -respondió Maddi.
La terraza de la mansión King a aquella hora de la tarde era deliciosa, pero aquel jugo frÃo era simplemente perfecto.
-James me lo contó todo, todo lo que te pasó. Lamento mucho que estés atravesando una situación difÃcil -murmuró Meli-. Creo que eres muy valiente por tomar la decisión de darle una vida mejor a tu hijo... en especial porque se nota que no quieres entregarlo.
-Por favor, no se lo diga a James â susurró Maddiâ. Ãl... yo sé que será un buen papá y... no es como que tuviera muchas opciones, ¿verdad?
Pero si tuvieras opciones, si tuvieras ayuda...
-Eso no es algo con lo que haya podido contar precisamente en mi vida -replicó Maddi.
âPero si la tuvieras, si tuvieras dinero con qué mantenerte... no lo entregarÃas ¿cierto? preguntó Meli mirándola a los ojos y vio cómo los de Maddi se humedecÃan.
â
-James va a ser un buen papá âdijo Maddi sin responder su pregunta, porque dinero tampoco era algo que estuviera dispuesta a pedir por su hijo-. Después de todo ya es el tÃo favorito ¿verdad?
Sà âsonrió Meli viéndolo jugar con las niñas-. Es el tÃo favorito.
Pocos minutos después, mientras Nathan se sentaba a su lado para hacerle compañÃa, Maddi fruncÃa el ceño y lo increpaba:
Señor Nathan ¿puedo hacerle una pregunta totalmente seria e importante?
-SÃ, claro, dimeâle sonrió Nathan. 1 -¿Por qué su esposa está persiguiendo a James con una sartén?