Chapter Capítulo 149
La Novia Equivocada Novela de Day Torres
CORAZONES ATADOS. CAPÃTULO 36. Cásate conmigo -Hola, papá...
Aquello fue suficiente para que a James se le salieran las lágrimas que habÃa estado tratando de aguantarse desde hacÃa horas, la levantó en sus brazos y la estrechó con fuerza mientras la besaba.
-Me asustaste mucho -la acusó haciendo un puchero mientras la besaba.
-Lo sé, amor, perdóname -murmuró Maddi-. Pero necesitaba poner mi cabeza en orden, y mis miedos también.
-Yo también estoy asustado, Maddi, pero no voy a dejar que eso me controle. Yo te amo, te adoro y quiero tener a nuestros bebés. Y pase lo que pase lo vamos a enfrentar juntos. ¿ Estás dispuesta a enfrentar esto conmigo?
Maddi tomó la cara de James entre sus manos, mirándole profundamente a los ojos mientras hablaba.
Sus propios ojos se llenaron de lágrimas al ver el amor y la determinación en la mirada de James, y supo que él estaba dispuesto a hacer cualquier cosa con ella. Abrazándolo con fuerza, Maddi le sonrió suavemente y le susurró:
-SÃ, mi amor. Estoy dispuesta a enfrentarme a esto contigo. Venga lo que venga, lo superaremos juntos.
James la abrazó con fuerza y la besó profundamente, con la seguridad que tenÃa la felicidad de su vida en los brazos y nunca la dejarÃa ir.
-Siempre estaré aquà para ti, mi amor. Nada nos separará jamás.
Maddi sonrió mientras miraba a James, abrumada por la felicidad y el alivio... hasta que apreció recordar algo.
Salió del cÃrculo de sus brazos, se quitó el anillo que llevaba desde hacÃa meses y se lo dio a James.
-Ahora sÃ, de rodillas, pÃdemelo.
A él se le escapó una risa de incredulidad.
-¿Quieres que te pida matrimonio ahora? -murmuró-. Pero ni siquiera preparé algo especial...
-¡Claro que sÃ! -exclamó ella tocando su vientre-. Aquà pusiste la especialidad de la casa, asà que ahora vas a tener que dejarme hacer de ti un hombre respetable. ¡PÃdemelo!
Muerto de risa James se arrodilló frente a ella y tomó su mano.
-Maddison Grant -empezó con un suspiro-. Te amo y quiero tener a nuestros hijos contigo. Sé que da miedo, pero podemos hacerlo juntos. Te voy a comprar el restaurante de fetuccini y un DVD de Titanic...
-Y una franquicia de HäagenâDazs -advirtió ella.
-¡Y una franquicia de HäagenâDazs! porque quiero que toda tu alegrÃa sea mi alegrÃa, y quiero estar ahà para impedir cada tristeza. Asà que por favor, haz de mà un hombre decente y casate conmigo.
Maddi acarició suavemente su mejilla, y lo besó con ternura antes de responder:
-Yo también te amo, James... Y no puedo esperar a tener a nuestros bebés... porque esta vez todo va a salir bien ¿verdad?
-Todo va a salir perfecto, amor. ¿Entonces es un s�
-¡Claro que es un sÃ!
Mientras se abrazaban con fuerza, una sensación de paz y seguridad los invadió a ambos, sabiendo que, pasara lo que pasara en el futuro, siempre tendrÃan el amor y el apoyo del otro.
Regresar fue maravilloso para los dos, porque al menos no intentaban negar el miedo, solo sabÃan que necesitaban ayuda para superarlo, asà que eso hicieron.
Maddi decidió posponer temporalmente la universidad y concentrarse en los bebés y en la escuela.
James trabajaba en las mañanas y en las tardes no se perdÃa los partidos de futbol de los niños o los preparativos de Maddi para los bebés.
Los dos iban a consulta psicológica dos veces por semana y a medida que los dÃas pasaban lograban sentirse un poco más tranquilos. Cuando la doctora les leyó el resultado de los análisis genéticos, los dos se echaron a llorar. No habÃa nada, absolutamente nada que indicara que los bebés podrÃan tener algún problema, pero Maddi necesitaba más, necesitaba llegar a ese ultrasonido de las veinte semanas y saber que sus bebés estaban sanos y fuertes.
Ya se le empezaba a notar la pancita, mucho antes que se le notara a otras embarazadas con su mismo tiempo, pero era porque ella cargaba tres, y James estaba de un enamorado que no la dejaba mover ni un dedo.
-Entonces... ¿para cuándo la boda? -preguntó Meli entusiasmada una de esas tardes.
-En dos dÃas tenemos el siguiente examen -respondió Maddi intentando controlar su nerviosismo.
-El ultrasonido de las veinte semanas -comprendió Meli.
-Ese... Si todo sale bien, justo después nos casaremos -dijo Maddi-. Estoy pensando en una boda Ãntima y pequeña. No quiero periodistas ni que sea una noticia de primera plana, solo una celebración familiar donde podamos celebrar y estar tranquilos ¿te parece?
-¡Me parece muy bien! -accedió Meli-. ¡Pero tienes que dejarme preparar esa fiesta! PodrÃamos hacerla aquà en la escuela, te conseguimos un vestido clásico con manguitas largas.
-Tú lo que quieres es ponerme una túnica y tener una excusa para disfrazarte de la profesora McGonagall -la acusó Maddi.
-¿Soy tan transparente? -se rio Meli.
Sin embargo aquellos dos dÃas fueron los más angustiosos que Maddi pudiera recordar. TenÃa miedo y estaba nerviosa y no querÃa contagiar a James, pero era demasiado evidente que él estaba igual.
-James, ¿te molestarÃa llevarme a un lugar? -preguntó al dÃa siguiente y él la miró intrigado.
-Claro nena. ¿A dónde quieres ir?
Ella dudó un momento y luego lo soltó.
-Bueno... quiero ir al cementerio -dijo con un hilo de voz y James tomó su mano con fuerza.
-SÃ, podemos ir.
Esa tarde pasaron por un hermoso ramo de margaritas blancas y se dirigieron al cementerio. Caminaron con los dedos entrelazados hasta una pequeña lápida de mármol gris con el nombre de EINAR KING y Maddi no pudo contener las lágrimas mientras ponÃa las flores allÃ. Aquel dolor era algo que nunca olvidarÃa, pero la vida enviaba grandes cambios con los que sanar un poco su corazón.
âPor favor, hijo, cuida de tus hermanitosâ, suplicó en silencio y luego abrazó a James para volver a casa.
Ninguno de los dos durmió esa noche, asà que vieron muchas pelÃculas y solo descansaron unas horas después de que amaneció, rendidos por el cansancio más que por el sueño. Pero para las once de la mañana ya estaban en la consulta, acompañados de toda la familia.
La doctora habÃa invitado a otros dos colegas especialistas para que corroboraran su diagnóstico y Maddi apretó la mano de James en cuanto comenzaron a hacerle el ultrasonido.
-¿Qué pasa? -le susurró él.
-No lo sé, estoy asustada -respondió ella en voz baja y James le dio un beso suave en la mejilla.
-Todo estará bien -la animó.
Entonces, cuando la doctora siguió con el ultrasonido, todos oyeron los latidos fuertes y acelerado de los tres corazoncitos y Maddi rompió a llorar de la emoción. Después de la doctora se sentó uno de sus colegas y repitió el ultrasonido sin decir nada. Al finalizar los tres se miraron y con eso bastó para concordar en el diagnóstico.
-Los bebés estaban sanos y fuertesâdeclaró la doctora-. Los tres tienen un desarrollo perfecto de todos sus órganos, y seguirán creciendo asÃ.
Maddi y James se abrazaron, llorando de felicidad, alivio y amor. Los tres bebés estaban sanos y Maddi no podÃa dejar de dar las gracias por esa bendición que habÃan recibido Y aunque sus corazones se llenaron de emoción, la doctora les dijo que todavÃa habÃa una sorpresa más.
-Los tres se están dejando ver -dijo ella sonriendo. No sé si mis colegas se fijaron, pero yo vi el sexo de los tres. ¿Quieren saberlo?
Maddi sintió que el corazón le daba un vuelco en el pecho mientras levantaba la mirada. para encontrarse con la de James.
-¿Queremos saber? -preguntó.
-¡Pues claro que si! -dijo James emocionado y Maddi asintió de inmediato.
-SÃ, sà queremos.
La doctora sonrió y les señaló el monitor.
-Bueno, pues aquà tenemos a un varoncito... aquà está una niña... y aquà la otra -les dijo-. ¡Dos niñas y un niño!
-¡Un prÃncipe y dos princesas, amor! -exclamó James, que no cabÃa en sà de la emoción.
-Los dejamos un momentito a solas -sonrió la doctora y todos los médicos salieron mientras se quedaba conectado el audio desde donde podÃan escuchar los corazones de sus bebés.
Maddi y James volvieron a abrazarse, rebosaban de amor y felicidad, y sabÃan que a partir de ese momento su vida nunca volverÃa a ser la misma. Todo habÃa cambiado para siempre.
Pocos minutos después la familia escuchó la noticia y enseguida comenzaron a gritar y aplaudir al escuchar al saber que todo estaba bien con los bebés.
-Te amo. ¿sabes que te amo? ¿Te lo digo seguido? -preguntó James besándola cien veces en los labios.
-SÃ, y me lo demuestras más -sonrió Maddi.
-¡PÃdeme lo que quieras! ¿Cómo te complazco, reina mÃa? -le dijo el todo zalamero.
-Cásate conmigo y llévame de luna de miel a las Maldivas -dijo ella con un tono coqueto que hizo a James ronronear porque eso solo significaba que estarÃan haciendo el amor sal... suavemente, muy suavemente, lentamente, delicadamente, tiernamente y otros â
mentes.
Al dÃa siguiente ya estaban preparando la pequeña ceremonia que terminó agrandándose porque todos los niños de la escuela querÃan ayudar, participar y hacer algo.
-Creo que rompemos algún récord Guinness o algo -rio Maddi-. Yo tendré ciento cuarenta y dos damitas de honor y tú ciento cincuenta y seis padrinitos.
James se rio, pero sin dudas una de las cosas más emocionantes fue el dÃa que los sastres vinieron a la escuela para tomar las medidas y fabricar hermosos vestidos para las niñas y trajes para los niños. Era hermoso verlos tan impresionados y felices.
Dos semanas después todo estaba casi listo. Los enormes toldos blancos, las mesas con sus lazos, las flores en los jardines y la música y la risa. Y entonces llegó el dÃa de la boda.
-¿Estás nerviosa? -preguntó Nahia mientras le arreglaba el cabello a Maddi -La verdad es que no respondió Maddi con sinceridad-. Siento que estuve muchos años esperando por James, incluso aunque no lo conocÃa, pero ahora es como... como si siempre lo hubiera tenido, desde el primer dÃa sonrió-. Ese hombre es mÃo y yo soy suya.
Nahia le sonrió con dulzura mientras terminaba de arreglarla y se fue con el resto de los invitados. La familia se reunió en el jardÃn y los niños comenzaron a salir de la escuela, vestidos elegantemente y sonriéndoles a todos.
HabÃan construido un pequeño cenador, pintado de blanco y lleno de flores, y James estaba de pie frente a él con la emoción brillándole en los ojos. Por fin se iba a casar con Maddi y aquel era el mejor lugar y el mejor momento del mundo.
Pero lo más hermoso llegó cuando Maddi caminó por la alfombra hacia donde estaba James, radiante y resplandeciente en su vestido blanco que marcaba con delicadeza aquella pancita coqueta. Estaba rebosante de felicidad porque era el momento de decir i SÃ, quiero! y tener una familia para siempre.
La ceremonia fue simple pero muy emotiva, las palabras del juez resonaban a través del jardÃn mientras algunas lágrimas resbalaban por las mejillas de Maddi y James, porque estaban agradecidos y nada podÃa apagar su felicidad.
Sin embargo contrario a lo que todos esperaban, sus votos no fueron los más expresivo ni los más largos... y tampoco los más comprensibles para el resto de los invitados.
-Fetuccini, Titanic, Cornualles, nos bañamos juntos y te amo hasta el infinito y más allá dijo James colocándole el anillo y Maddi entendió perfectamente su versión de âen las buenas y en las malasâ
-The Big Bang Theory, Tailandesa, las Maldivas, siete nenes máximo y te amo como ninguna mujer te amará jamás -respondió ella y le puso su anillo antes de que James le diera una vuelta teatral y la besara en los labios con amor.
Ese era su âfelices para siempreâ y era perfecto.
Esa noche hubo un gran banquete y todos bailaron hasta que no pudieron más. Era la fiesta más hermosa que habÃan tenido nunca, una celebración llena de felicidad por los tres nuevos miembros que llegarÃan a la familia.
Pero en medio de toda la celebración, el novio secuestró a la novia y la subió a un avión para llevársela a la mejor luna de miel del mundo.