Chapter Capítulo 163
La Novia Equivocada Novela de Day Torres
ATRACCIÃN PELIGROSA. CAPÃTULO 12. Sal de mi departamento ¿Frustrado? ¿Decepcionado? ¿HabÃa palabras más fuertes que esas para describir lo que sentÃa? ¡Ah, sÃ, enojado, estaba profundamente enojado porque ella habÃa aceptado la llave de la residencia de un chico! ¡Para luego fuera a decirle que le estaba haciendo un puto favor!
-¿TodavÃa estás cuidando a la pollita de los huevos de oro? -Escuchó una voz a su espalda y se regañó por estar tan distraÃdo que no se habÃa dado cuenta de que aquella chica se habÃa acercado a él.
-Vanessa -murmuró por lo bajo. 1 -¿No es muy tarde para que tu... protegida esté en el campus? -preguntó la chica acercándose a él.
VenÃa con una mochila y del libro que llevaba en la mano sobresalÃa un pase de la biblioteca.
-Al parecer está ocupada con alguien -gruñó Aaron y Vanessa puso su mochila sobre el auto haciendo un gesto descuidado.
-Ayer estaba hablando muy animada con Joshua... lo cual es bastante normal, el tÃtulo de Conde atrae a todas las chicas -le dijo y Aaron frunció el ceño.
-¿Conde?
-Bueno, todavÃa no lo es, pero es el heredero, obviamente, Joshua Capell, heredero al condado de Essex confirmó Vanessa-.
Es normal que todas las chicas babeen por él, no hay absolutamente nadie que no se sienta atraÃdo por la nobleza británica.
Aaron apretó los puños con frustración. No creÃa que Nahia fuera de ese tipo pero... ¡Diablos! ¿Qué carajo sabÃa él ya?
-Si quieres puedo hacerte compañÃa hasta que ella regrese le dijo Vanessa acomodándole las solapas de la chaqueta-. Mira que ya está haciendo frÃo. ¿No necesitas a alguien que te ponga... calentito?
Aaron la miró con frialdad y notó un brillo travieso en los ojos de ella.
-¿Qué tan calentito? -preguntó. 1 Vanessa soltó una risita y se acercó más a él.
-¡Muy calentito! -dijo con voz coqueta sujetando sus mangas como si quisiera darle el último empujón hacia ella.
Antes de que Aaron pudiera responder Vanessa cruzó sus brazos en torno a su cuello. Los ojos verdes de la chica reflejaban todo lo que querÃa sin ninguna duda.
Aaron sintió aquella mala energÃa recorrer su cuerpo, era algo muy distinto de lo que habÃa sentido con Nahia. Pero estaba molesto, y aquella chica estaba muy ofrecida.
Aaron bajó la cabeza y la besó, hasta que se dio cuenta de que âsin penas ni gloriasâ era la descripción perfecta para aquel momento. Y él querÃa sentir más, necesitaba sacarse aquella rabia mientras sus lenguas se entremezclaban con furia. La manera en que los labios de Vanessa se movÃan mientras lo besaba solo era violenta, pero no habÃa pasión ahÃ.
Sin embargo los dos estaban tan absortos que ni siquiera escucharon los pasos de Nahia cuando llegaba. Solo se escuchó el jadeo ahogado de la muchacha que se detenÃa a tres metros de ellos, con los ojos muy abiertos mientras aquella llave caÃa de su mano.
-¡Ups! Lo siento, este no es el mejor lugar para esta escenario Vanessa, separándose de él con una sonrisa satisfecha y Aaron volvió a la realidad para encontrarse cara a cara con Nahia. â
ParecÃa confundida, aturdida y paralizada.
-¿Qué pasó? ¿Ya terminaste tan rápido? -preguntó Aaron como si hasta ese momento no hubiera estado haciéndole una exploración de esófago a su compañera de colegio.
Nahia los miró a los dos. SentÃa un nudo en la garganta y ese dolor vacÃo detrás de las mejillas que presagiaba las ganas de llorar. Recordó cómo se habÃa sentido cuando habÃa encontrado a Austin engañándola con dos chicas, habÃa estado enojada, muy enojada pero esto era otra cosa. 1 SentÃa que si despegaba los labios se ahogarÃa y por alguna razón a su mente llegaron aquellas palabras de Benedetti: âAhÃ, en el pecho, cerca de la garganta, ahà debe estar el alma, hecha un ovilloâ.
Retrocedió un par de pasos y negó pasando saliva.
-¿Ya te quieres ir o se puede terminar? -siseó Aaron y Nahia sintió que las lágrimas le subÃan al borde de los ojos, pero aun asà respondió: 2 -Yo vine sola, soy perfectamente capaz de irme sola. Puedes terminar.
Su voz era frÃa, distante y excesivamente calmada, y Aaron no pudo evitar que aquel escalofrÃo lo recorriera.
Aaron la vio subirse a su auto y encenderlo, saliendo de aquel lugar sin acelerar de más el coche ni una sola vez. Vio la llave que habÃa quedado en el suelo del estacionamiento y la recogió, metiéndola en uno de sus bolsillos antes de dirigirse hacia su propio auto.
-¡Oye, muñeco! ¿De verdad te vas? -se quejó Vanessa asomándose a una de sus ventanillas. 1 -Lo siento, muñeca, pero el trabajo está primero -replicó él antes de acelerar el auto y seguir a Nahia.
No la vio saltarse ni un solo Alto ni pasarse una luz roja. Ella entró en el estacionamiento del edificio y él se quedó allà abajo, rumiando su rabia y sin saber cómo subir porque imaginaba que iban a tener la peor pelea del mundo. 2 Sin embargo una hora después, cuando por fin abrió la puerta del departamento, lo que se encontró fue a ella sentada en un sofá y su maleta hecha junto a la puerta. (1)
-Quiero otro guardaespaldas -dijo Nahia con voz controlada.
-Mañana a primera hora pediré un reemplazo -gruñó Aaron exacerbado.
-Graciasârespondió ella levantándose-. Mientras tanto, prefiero que por favor te vayas.
-¿Es una jodida broma? -gruñó Aaron-. ¡Sabes que aunque no esté precisamente interesado en quedarme, no voy a dejar mi responsabilidad tirada, asà que no voy a dejarte sola! 1 -Puedes quedarte cruzando el pasillo -replicó ella señalando la puerta que estaba al frente. Apenas habÃa llegado al departamento habÃa llamado a su casero, recordando que habÃa dos departamentos libres hacÃa un par de dÃas-. Tiene todo lo que hace falta para vivir, para ti o para el que venga después de ti, ya está pagado. Pero este es mi departamento y prefiero tener mi privacidad.
Le lanzó las llaves y Aaron las atrapó en el aire, anonadado.
-Vaya... el que venga después de mÃ... -siseó forzando una sonrisa-. No te mides ni un poco, ¿verdad? ¿ Al que venga después de mà también te le vas a restregar? 1 Nahia apretó los labios pero se metió las manos en los bolsillos y asintió con una mueca.
-Parece que ya me conoces, follar guardaespaldas y luego desecharlos es mi pasión -replicó con sarcasmo-. Pero en lo que viene el siguiente, por favor, sal de mi departamento.
Aaron salió de allà dando un portazo y Nahia se fue a su habitación, sentándose en la cama mientras aquel dolor se extendÃa por su pecho como si se lo estuvieran apretando con una prensa. No durmió en toda la noche, y tampoco pudo evitar las lágrimas, pero al dÃa siguiente se levantó temprano, recogió sus pedazos junto con sus libros de la universidad y se fue a sus clases.
Vio a Aaron salir detrás de ella del estacionamiento, pero ni se detuvo ahà ni cuando llegó a la universidad.
Aaron, por su parte, a primera hora hizo una llamada para que mandaran a otro guardaespaldas que se quedara en su lugar, sin embargo no podÃa dejar el trabajo tirado asà que procuró estar despierto y listo. La siguió a la universidad y se paró en la puerta de su salón a esperar a que saliera, rezando para que el dÃa pasara rápido porque en la noche llegaba su reemplazo.
Sin embargo, si creÃa que por ser el último serÃa un dÃa más tranquilo estaba muy equivocado, porque para empezar Vanessa se colgó de su cuello y le dio un beso en la boca apenas se bajó de su auto. Aaron vio que Nahia los miraba por un instante antes de volver la cabeza y meterse al salón sin decir ni una palabra. 1 Y para rematar, no habÃan pasado ni diez minutos del inicio de la clase cuando Joshua Capell habÃa empezado a rondar por fuera del salón. A Aaron se le retorció el hÃgado de imaginar que estaba buscando a Nahia, pero luego se dio cuenta de que quizás estaba buscando otra cosa.
Se dirigió hacia él con paso firme y sacó la llave que llevaba en el bolsillo.
-Creo que esto es tuyo -gruñó lanzándosela.
Josh la atrapó en el aire con un gesto ágil y la miró por un momento antes de suspirar con alivio.
-¡Uff! ¡Gracias! Me asusté cuando Nahia no vino a devolverla esta mañana y tengo que abrirle al equipo para las prácticas -dijo-.
¿Y entonces? ¿Cómo estuvo la sorpresa? 1 Aaron arrugó el ceño sin comprender absolutamente nada. ¿Cómo que devolverla? ¿Y cómo que â equipoâ y âprácticasâ?
-¿Sorpresa? -siseó acercándose más a él-. ¿De qué hablas?
Josh lo miró aturdido.
-Pues... de la sorpresa... Tu sorpresa, la que razón por la que Nahia me pidió la llave. Como soy capitán del equipo de esgrima tengo una, y no es como que pueda ir prestándosela a todo el mundo pero...
Aaron se puso pálido y lo agarró por las solapas de la chaqueta deportiva.
-¡Concéntrate, niño! ¿De dónde es esa llave? -gruñó intentando que la desesperación no lo dominara.
-Del gimnasio -murmuró Josh.
-¿Por qué del gimnasio? -espetó.
-Bueno... creo que le dijiste a Nahia que esa era tu parte favorita de la universidad ¿no? 2 Aaron lanzó una maldición por lo bajo, quitándole la llave y corriendo hacia allá.
Josh corrió tras él y en cuanto metió la llave en la cerradura la puerta se abrió.
C -¡Demonios! -gruñó Aaron dándose cuenta de que se habÃa hecho una pelÃcula mental con aquella llave.
El gimnasio estaba completamente vacÃo y parecÃa que acababan de limpiarlo porque olÃa a desinfectante. Sin embargo uno de los conserjes llevaba algo en su carrito de trabajo y Aaron no demoró en reconocer la mochila de Nahia.
-¡Oiga, disculpe! -lo llamó acercándoseâ. Disculpe, esta mochila...
-¡Ah, sà joven! -le sonrió el conserje-. Estaba sobre el ring de boxeo. De hecho habÃa unas cuantas cosas más -dijo señalando a la canasta de picnic-, pero creo que lo que hay adentro ya se debe haber echado a perder. ¿Sabe a quién se le quedó esto?
-Emmm...
-¡A mÃ! -gritó Josh para no meterse en problemas-. Lo siento Felix, se me quedó a mÃ, ya ves que soy muy descuidado.,âJosh agarró la cesta y la mochila y empujó a Aaron fuera del gimnasio. Pero en cuanto estuvieron afuera le dio todo-. ¡Por esto es que no presto las maldit@s llaves! -rezongó antes de marcharse-. ¡Dile a Nahia que me debe una! 1 Aaron se quedó allÃ, con una cesta y aquella mochita, y caminó como un autómata hacia el auto. En cuanto puso todo en la cajuela sintió aquel golpe de culpabilidad sobre él. ¿Nahia le habÃa estado preparando una sorpresa? 1 Abrió la mochila y lo que sacó lo dejó sin aliento: era un álbum, un álbum enorme de su paso por Oxford como competidor, con fotos de todas sus peleas, artÃculos del periódico universitario, cada premiación, cada medalla y hasta fotografÃas del dÃa que le habÃan otorgado el Azul. 5 -¡Joder, joder, joder! -gritó desesperado golpeando el autos mientras apretaba los dientes y sus ojos se humedecÃan, porque entendÃa hasta qué punto él solito se habÃa arruinado la vida. 23