Chapter LA NOVIA EQUIVOCADA By Day Torres CAPÍTULO 5
La Novia Equivocada Novela de Day Torres
CAPÃTULO 5. Ese fuego tuyo... ¡ya se encendió otra vez!
A Aquiles Wilde se le secó la boca cuando escuchó aquella declaración, porque quizás era un sinvergüenza, pero no era estúpido. Bastó que Nathan King mencionara lo de la niña para saber que esa no habÃa sido Stephanie. âBueno... Verá, señor King âcarraspeó con nerviosismoâ. Mi hija es todo eso que usted dice, y definitivamente tiene muy muy buen corazón, serÃa una madre excelente. Ella siempre es muy amable y obediente, y usted parece un hombre muy correcto, pero a mà me gustarÃa respetar la voluntad de mi hija. ¿Me permitirÃa hablar esto con ella en privado? Nathan King forzó una sonrisa. No estaba acostumbrado a hacer ningún tipo de arreglos con mujeres, pero se dijo que la cortesÃa era primordial para aquella clase de tratos. âPor supuesto, señor Wilde âdijo mirando su relojâ. Puedo esperarlo diez minutos. El hombre casi salió corriendo hacia el cuarto de su hija y su mujer se le unió. â¿Qué pasa? ¿Quiénes son esos, Aquiles? â¡Papá! ¡Estoy en un En Vivo...!
âStephanie estaba a punto de ponerse a gritar cuando su padre la calló. â¡Deja esa porquerÃa, apágalo! âsiseó entre dientes arrancando algunos cables y cuando vio que la pantalla se puso negra, siguió hablandoâ. ¡Nathan King está aquÃ! Dice que quiere casarse con Stephanie âexplicó Aquiles en voz baja. Las mujeres abrieron las bocas de la sorpresa. â¿En serio? â
chilló Stephanieâ. Seguro vio uno de mis videos y se enamoró perdidamente de mÃ... â¡No digas idioteces! Solo quiere casarse con la mujer que salvó a su hija ayer de ser atropellada por un coche, y por algún motivo cree que esa mujer fuiste tú â
la interrumpió su padre y Stephanie arrugó el ceño hasta que se dio cuenta de lo que hablaba. â¡¿La estúpida de Amelie?! â
escupió con rabiaâ. Ella fue la que salvó a una mocosa ayer, por eso se olvidó de recoger mi ropa... pero no tenÃa idea de que fuera la hija de un hombre tan importante. ¡No puedes dejar que se case con Nathan King, papá! ¡Esa mosca muerta no puede quitarnos de nuevo todo lo que es nuestro! âY no lo va a hacer. Nathan King no la vio, asà que nadie puede desmentir que hayas sido tú quien salvo a la niña âdijo su padre. â¿Y la niña? âpreguntó Heather. â¡Esa seguro está traumada por el accidente! Además no hay que andar divulgando el motivo del matrimonio, solo diremos que te casarás y ya âsentenció Aquilesâ. Después que estés casada ya no habrá cómo deshacer eso, lidiaremos con las consecuencias, pero lo importante es que te cases. âToma el lugar de Amelie, hija âla instruyó Heatherâ. No todos los dÃas se presenta la oportunidad de un matrimonio con el hombre más rico de la ciudad. Cásate tú con él. â...Y Amelie seguirá siendo una criada de la casa âdijo Stephanie como si eso fuera lo que más satisfacción le produjeraâ. Bien, vamos entonces. Stephanie tomó el brazo de su padre y Aquiles le recordó. âSeria, correcta y amable. Baja la cabeza y déjame hablar a mÃ, ¿de acuerdo? Stephanie hizo lo que se le instruyó y un momento después todos se reunÃan de nuevo con Nathan y Paul. âSeñor King, para mi hija es un honor convertirse en su esposa âdijo Aquiles y Nathan se puso de pie, escaneando a la muchacha de arriba abajo, como si no fuera más que una yegua purasangre y quisiera evaluar si serÃa capaz de correr o no. Después de todo, no iba a jurarle amor toda la vida, solo le darÃa comodidad a cambio de que se encargara de su hija. âSeñorita Wilde, un placer conocerla âdijo alargando su mano y Stephanie la tomó sin mirarlo a los ojos. âLo mismo digo, señor King âsusurró con su tono más suave. Nathan apretó los labios, no era una mujer fea, pero tenÃa un rostro demasiado común, al punto de que estaba seguro de que la olvidarÃa en cuanto saliera de allÃ. âQuerÃa agradecerle por lo que hizo ayer por mi hija, fue muy valiente de su parte salvarle la vida âdijo intentando encontrarse con su mirada pero Stephanie la esquivaba. âNo fue nada, no fue nada, señor King, nuestra Stephanie es asà -dijo Aquiles de inmediato. ParecÃa sumisa y obediente, al punto de que su padre hablaba por ella, y eso era más que suficiente para Nathan, y al fin y al cabo, eso era lo que él buscaba: alguien que se limitara a cumplir sus órdenes sin preguntar ni dudar. âBien, ya que todos están de acuerdo, creo que podemos formalizarlo y discutir las condiciones durante una cena âdeclaró con el mismo tono frÃo con que cerraba un negocioâ. Mañana, en la mansión King, a las ocho de la noche, tendremos una cena oficial. Ahora si me permiten, debo retirarme. Con permiso. Paul lo siguió afuera y en un minuto habÃan desaparecido, mientras los Wilde se quedaban emocionados, celebrando aquella victoria. â¡Esta es la mejor noticia! ¡Hay que celebrarlo! âgritaba Heatherâ. ¡Vamos a abrir nuestra mejor champaña! Y como los Wilde eran de los que les gustaba presumir frente a los menos favorecidos, no tardaron en hacer que todos los empleados, incluida Amelie, se enteraran de la noticia. â¿Casarte... casarte con el señor King? âmurmuró Amelie sin poder creerlo. âPues claro, siempre te dije que soy una estrella en ascenso, el señor King se enamoró de mà en cuanto vio mis videos, asà que me propuso matrimonio de inmediato. Amelie hizo un esfuerzo por no reÃrse. Eso solo se lo creÃa Stephanie, pero la verdad era que no podÃa entender por qué alguien como Nathan King se querrÃa casar con una mujer tan malcriada y superficial como su prima. âObviamente algo malo tenÃa que tener el CEO King. Esa cara y ese cuerpazo eran demasiadas cosas buenas para una sola persona. El pobrecito es tontoâ, Amelie suspiró y se apoyó contra la pared, intentando asimilar todo aquello. La bruja de Stephanie iba a casarse con Nathan King... su jefe terrible y desagradable. â¡Diablos, me harán la vida imposible en todos lados! âmasculló volviendo a la cocinaâ. ¡Estoy condenada! Pero si para ella resultaba imposible de comprender, para el abuelo King, el patriarca de la familia, aquello era una locura. â¡¿Cómo se te ocurrió, Nathan?! ¿Una extraña? âlo increpó el abuelo. âPero es una buena mujer, además le salvó la vida de Sophia, incluso salió herida en el accidente por salvarla âintentó convencerlo Nathanâ. Para mà eso es más que suficiente, abuelo. â¡Pues para mà no...! âJames, calma âdijo Paul poniendo una mano sobre su hombroâ.
No habrá boda hasta dentro de tres meses. Es tiempo suficiente para que decidas si aprobarás a la muchacha. Dale una oportunidad. James King se cruzó de brazos y accedió rezongando, pero solo porque Paul era su mejor amigo y ya conocÃa sus trucos. Era evidente que algo se traÃa entre manos. âBien, estaré en esa cena mañana... si me parece. Nathan tuvo que conformarse con eso y ordenó que se hicieran los preparativos para una cena al dÃa siguiente. La chica no le habÃa causado ninguna impresión, ni buena ni mala, no como... Sacudió la cabeza para apartar esos pensamientos y dedicó todo su tiempo al otro dÃa al trabajo. DebÃan ser quizás las tres de la tarde cuando su asistente pidió permiso para entrar. âSeñor, ya llegó la invitación formal que mandó a diseñar para su cena de esta noche âle anunció. âPerfecto, haz que el correo la mande con carácter urgente. âPor supuesto, enseguida se la doy a Amelie... â¿Amelie? âNathan frunció el ceño. âLa nueva chica del correo, es muy amable, acaba de pasar... â¿¡Qué!? ¡¿No dejé bien claro que ella no podÃa subir a este piso?! âexclamó y su asistente se puso pálida. âNo... señor usted no me dejó ningún memo de eso âsusurró su asistente y Nathan recordó que lo habÃa pensado, lo habÃa pensado mucho, pero finalmente no habÃa dicho nadaâ. Si no yo la hubiera detenido, pero ya debe estar por regresar, creo que solo iba al cuarto de Copias de Seguridad a dejar las que hizo Diseño esta mañana... La cara de Nathan se puso lÃvida en un segundo. â¡¿Qué?! ¡La habitación de Copias de Seguridad es la más importante de esta empresa!
¿¡A quién se le ocurrió dejar entrar a Miss Tropiezo ahÃ!? âgritó y salió corriendo de la oficina. Si Amelie rompÃa una sola cosa con su torpeza, alguno de los departamentos perderÃa toda la información valiosa de un mes enteroâ. ¡La mato, es que si rompe algo yo la mato! Y tal como habÃa imaginado, cuando llegó al cuarto de Copias de Seguridad, se la encontró tratando de poner una copia en una de las estanterÃas, en lo alto de una escalerilla de seis escalones, ¡nada menos que con los tacones rojos de la mala suerte! â¡Amelie! ¿Estás loca? ¿Qué estás haciendo ahà arriba? âgritó cuando llegó junto a ella y solo escuchó un grito ahogado de sorpresa. â¡Aaaaah! âEl sobresalto no afectó las copias que Amelie llevaba, pero la escalerilla se tambaleó peligrosamente y Nathan solo alcanzó a gruñir un â¡Mierda!â furioso antes de tratar de alcanzarla y que Amelie cayera sobre él. La chica era menuda, pero aun asà Nathan fue de nalgas al suelo y su espalda chocó contra la estanterÃa que tenÃa detrás. Su único pensamiento mientras cerraba los ojos fue: â¡Que no se caiga nada! ¡Que no se caiga nada! ¡Diosito que no se caiga nada!â La estanterÃa se sacudió peligrosamente pero diez segundos después, cuando Nathan abrió un ojo, todavÃa estaba firme y no se habÃa caÃdo nada. En cambio, se dio cuenta de que tenÃa una chiquilla de ojos azules muy abiertos...
sentaba sobre él como si creyera que era un maldit0 caballo de carreras. â¡Te voy... a matar! âgruñó con los dientes apretadosâ. ¡¿Cómo se te ocurrió venir aquà sin permiso?! ¿Te das cuenta de todo lo que pudiste arruinar? âPues yo no iba a arruinar nada hasta que usted apareció gritando âreplicó Amelie con durezaâ. ¿Cómo quiere que no me asuste cuando se le sale el ogro que lleva dentro? â¿El quéeeee? âNathan trató de levantarse pero la estanterÃa se sacudió de nuevo y se quedó más quieto todavÃaâ. ¡Maldición! ¡No te muevas! âle advirtió agarrando una de sus caderas para inmovilizarla. Respiró pesadamente porque ni siquiera podÃa moverse, pero cuando le lanzó de nuevo aquella mirada asesina a la chica frente a él, se encontró con aquellos labios que temblaban en silencio. Estaba demasiado cerca como para no darse cuenta, tenÃa una boca pequeña y labios gruesos y muy rosados incluso sin labial, su cuerpo era delgado y suave y caliente... y esa cadera pequeña cabÃa completamente en su mano... Nathan pasó saliva, y no se dio cuenta de que su cuerpo estaba reaccionado a todo eso que veÃa hasta que fue demasiado tarde. La respiración de Amelie era superficial y sus pechos subÃan y bajaban contra él sin que pudiera evitarlo, y Nathan sentÃa que eso lo descontrolaba. Pero cuando las pupilas se dilataron en un segundo en esos ojazos azules y todo su cuerpo se contrajo, Nathan supo inmediatamente por qué era. Su erección tiraba violentamente contra sus pantalones, apretándose contra la intimidad de Amelie aun por encima de toda la ropa que los separaba. â¡Lo siento, lo siento...! âmurmuró con un gruñido mientras trataba de sacar a Amelie de encima suyo, y un instante después eran un amasijo de brazos y piernas entre dos estanterÃas, tratando de no tumbar ninguna. Y en medio de todo aquello solo escucharon un clic que los hizo apurarse más. â¡Paul! âlo regañó Nathan apenas logró ponerse de pie y lo vio sosteniendo su celular con una gran sonrisa. Paul Anders le hizo un gesto de Amelie que decÃa: âVete antes de que te despida de nuevoâ y la muchacha salió corriendo de la habitación. â¿Qué diablos crees que haces? âlo increpó Nathan mientras el abogado le tomaba otra foto. â
¿Yo? ¡Nada! Solo estoy reuniendo evidencia de que ese fuego tuyo... ¡ya se encendió otra vez!