Capítulo 186
Emparejada
CapÃtulo 186
***Nota de Autor: Escena Ligeramente Acalorada A Continuación.***
(Punto de vista de Lily)
âTe amo, James Andersonâ.
James continuó mirándome como si temiera que fuera a retractarme.
âDilo otra vezâ, me pidió.
âOtra vezâ.
Me miró mal. âNo es lo que querÃa decir, graciosilloâ.
Me reÃ. âTe amo, James Andersonâ.
Antes de que me diera cuenta de lo que habÃa pasado, James cambió nuestras posiciones, de modo que yo estaba tumbada boca arriba mientras él se inclinaba sobre mÃ.
âDilo otra vezâ, gruñó.
âEstamos un poco necesitados, ¿no?â. Volvà a burlarme de él.
âOtra vez, Lilyâ, exigió.
Le miré profundamente a sus ojos azules, queriendo asegurarme de que podÃa ver y sentir la sinceridad en los mÃos.
âTe amo, James Andersonâ.
âYo también te amo, Lily Broganâ.
Nada más pronunciar las palabras, estampó sus labios contra los mÃos. Cuanto más duraba el beso, más fuertes se volvÃan las chispas. Al final del beso, las chispas se sentÃan casi tan fuertes como el dÃa en que descubrimos por primera vez que éramos pareja.
Nuestro beso siguió subiendo de tono. Al final, James me llevó las manos a la cintura y me agarró suavemente el dobladillo de la camisa. Dejó de besarme el tiempo suficiente para pedirme permiso para seguir, y yo se lo di. SabÃa que
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querÃa más.
James me quitó la camisa con delicadeza. Sentà las cálidas manos de James subir por mis costados, acercándose cada vez más a mi sujetador. Mientras lo hacÃa,
sus besos pasaron de mis labios a mi cuello. Mientras chupaba suavemente el lugar donde acabarÃa marcándome, gemà y arqueé la espalda, ansiosa por sentir cada vez más su contacto.
Y entonces sonó el teléfono de James.
âIgnóraloâ, gruñó James mientras sus dedos alcanzaban el broche de mi
sujetador. Sus labios bajaron por mi cuerpo.
Justo antes de que llegara a donde yo esperaba que se dirigiera, su teléfono volvió a sonar. Y volvió a sonar. Y otra vez.
Empecé a apartarme. âIgnoralo, por favorâ, suplicó James. âProbablemente sean mis padres o tu hermana, o me da igual quién sea. Sea quien sea puede esperarâ.
Asenti, sin querer que nuestro momento terminara. James volvió a besarme el cuello. Sentà que la lujuria superaba cada pizca de mi autocontrol. Rose ronroneaba feliz en el fondo de mi mente. Cogi el cinturón de James, sabiendo
que querÃa que diéramos el siguiente paso
Y entonces sono mi teléfono. Y el de James también. Y nuestros dos teléfonos
sonaron.
Empujé suavemente a James hacia atrás.
âTe juro que voy a matar a quien sea que nos haya interrumpidoâ, gruñé James.
Yo sonreÃ. âVamos a ver quién es. Puede que sea importante. Si no, podemos
volver a donde estábamos, lo prometoâ.
James suspiró mientras se apartaba de mi y cogÃa su teléfono. Me levante y me
acerqué al mio.
âEl mio era de Charlotte. QuerÃa confirmar que habÃamos quedado para cenar en Bellizioâs a las ocho de la noche. ¿De quién era el tuyo?â, pregunté,
James sacudió la cabeza con disgusto. âTu hermana y el Dr. Hyderâ,
â¿Qué querian?â.
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âTu hermana quiere saber dónde estoyâ.
âMe dijiste que te ha estado enviando mensajes asà desde que te fuiste. ¿Por qué pareces tan disgustado?â.
âPorque parece que ahora ha decidido que me fui del lugar de la boda porque
estaba dividido entre mis sentimientos por ella y por Sheila. Pensó que me ayudarÃa a decidirme si sabÃa que Sheila es una gran puta. También me envió un vÃdeo. No me atrevo a verlo, pero el marco hace que parezca que es el vÃdeo de Nick y Sheilaâ.
âOh Dios mÃoâ.
âCiertoâ.
â¿Por qué te enviarÃa eso?â. Pregunté, mientras me ponÃa de nuevo el sujetador y la camiseta.
â¿Por qué harÃa tu hermana la mitad de las cosas que ha hecho? Está enferma y retorcida. Sinceramente, no sé cómo has podido ser tan normalâ.
âOh, yo también estoy mal, no te preocupes. Pero creo que el hecho de que mi madre se centrara en Stephanie durante la primera mitad de mi vida y su odio absoluto hacia mà durante la segunda mitad me salvó de lo peor. Mi madre no intentó manipularme ni moldearme como hizo con Stephanieâ.
James frunció el ceño. âNo sé si alguno de ellos es redimible, Lily. Todos ellos han hecho tantas cosas horribles. ¿Vas a estar bien si los planes del Movimiento tienen éxito y a tu hermana y a tu madre las condenan a cadena perpetua⦠o a algo peor?â.
Me lo pensé un momento. âNo lo séâ, respondà con sinceridad. âPero preferirÃa tenerlas en un calabozo que ahà fuera haciendo daño a otras personas. ¿Qué me dices de ti? ¿Cómo te sentirÃas si castigan a tus padres?â.
James se pasó las manos por el pelo. âHe pensado mucho en esto. Sinceramente, puede que mis padres no hicieran personalmente muchas de las cosas que hicieron Sheila, Stephanie y tu madre⦠pero permitieron que ocurrieran. Fueron criminalmente negligentes o intencionalmente indiferentes. De cualquier
manera,
mis padres son tan culpables como los otros tres. Si no más culpables.
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Tu madre nunca habrÃa podido convertirse en lo que se convirtió de no ser por la ayuda de mis padresâ.
Me acerqué a James y lo abracé. âPase lo que pase, lo superaremos juntos, ¿Vale?
James me abrazó con fuerza y sentà cómo asentÃa contra mi pelo.
â¿Qué querÃa el Dr. Hyder?â, le pregunté.
âMe mandó la dirección para enviar los chocolates. También querÃa saber si hablé con Andrew hoyâ.
âQué pregunta más raraâ, dije mirándole.
âLo séâ.
â¿A dónde crees que querÃa llegar?â.
âNo tengo ni idea. Pero obviamente hoy no he hablado con Andrew. He estado contigo casi cada segundo desde que me desperté, a excepción de cuando estaba en el baño o en la ducha. De hecho, no he hablado con él en absoluto desde que lo
llamé desde Hawaiâ.
â¿Crees que deberÃamos llamar al Dr. Hyder?â.
âNo. Quizá no sea nada. ¿Por qué no vamos a enviar esos chocolates antes de que cierre la oficina de correos?â, sugirió.
âDe acuerdoâ.
Justo entonces, se me ocurrió una idea. âSabes, después de ir a la oficina de correos, tendremos algo de tiempo antes de cenar. ¿Te gustarÃa pasarte por el Estadio de la Manada de Lobos y dar una vuelta?â.
âBueno, claro, me encantarÃa. ¿Pero no están cerrados por temporada baja?â.
âSÃ⦠pero si conoces a la gente adecuada, aún puedes entrarâ.
â¿Y tú sÃ?â.
SonreÃ. âSÃâ.
James me dedicó de inmediato esa sonrisa suya de niño fanático. âGuÃameâ.