Capítulo 32
Emparejada
CapÃtulo 32
He estado completamente despierto desde que llegamos, y no, no me he movido. ¿ Por qué inolestarme? Estos imbéciles quieren meterse conmigo, asà que les
devolveré la jugada. Me alegra ser paciente. Mi pareja lo entenderá cuando se lo explique más tarde.
Ha pasado más tiempo. Alguien en la habitación ha empezado a pasearse. Los pasos son ligeros, asà que creo que es la mujer.
Ya han pasado tres horas.
Ahora, ya han pasado cuatro horas.
Durante los últimos diez minutos, los pasos de la mujer se han visto interrumpidos por pausas intermitentes en las que sus pasos se dirigÃan en mi dirección, dudaban y luego volvÃan a caminar en la otra dirección.
Este es un signo revelador de que la mujer está a punto de tomar acción.
Efectivamente, poco después de la marca de cuatro horas, la mujer grita a los dos. hombres: â¡No podemos esperar más! Tenemos que despertarloâ, les dice.
Los hombres parecen estar de acuerdo con ella, porque lo siguiente que recuerdo es que me sientan y me quitan la venda de los ojos.
Abro los ojos y sonrÃo con complicidad a los tres hombres lobo que tengo delante. Como estaba previsto, mi sonrisa los desconcierta de inmediato.
â¿Tú⦠estás despierto?â.
âVeo que no tienes los ojos rotos.. TodavÃaâ, sonrÃo.
â¿Cuánto tiempo llevas despierto?â, pregunta la mujer.
â¿Acaso importa? Estoy seguro de que no me trajeron hasta aquà para hablar de mis hábitos de sueñoâ, digo con sorna.
La inujet suspira. âMira, sentimos mucho haberte secuestrado. No tenÃamos otra forma de tracrte aquÃ. Necesitamos tu ayudaâ.
Levanto las manos para enseñar mis muñecas y luego señalo a mis tobillos. âLas esposas plateadas sà que son una buena forma de decir âlo siento, por favor, ayúdameâ, ¿no?â.
De repente, la mujer pone cara de vergüenza. â¡Ay, cuánto lo siento! Me olvidé por completo de ellas. Vamos a quitártelasâ.
Mientras tantea con las llaves de las esposas, suspiro. Esta gente bien podrÃa tener estampado ânovatosâ en la frente.
Cuando me quitan las esposas y las cadenas, me tomo un momento paral estirarme. Me levanto, salgo de la habitación y me dirijo por el pasillo hacia la puerta principal.
â¿Te vas?â, me pregunta uno de los hombres.
â¿Esperabas que me quedara aquà jugando a juegos de mesa?â, respondo.
â¡No puedes irte!â, me grita el segundo.
âIntenta detenermeâ.
Les doy la espalda, pero oigo a los dos hombres caminar hacia mÃ. Creo que piensan que van a acercarse sigilosamente y tomarme por sorpresa. Empiezo a preguntarme si estos tres son realmente hombres lobo; si lo son, hay que informar a su alfa de que necesitan un curso de recuperación de habilidades:
básicas.
Cuando están a medio metro de mÃ, me doy la vuelta y los fulmino con la mirada. Inmediatamente retroceden. Al menos su retirada ha sido inteligente.
Me dirijo de nuevo hacia la puerta.
Cuando abro la puerta y mis pies llegan al porche delantero, oigo a la mujer echarse a llorar. Sus lágrimas no me hacen nada. Sigo caminando.
Sin embargo, las siguientes palabras de la mujer me dejan inmóvil. â¡Su muerte no formaba parte de nuestro plan!â.
âNo teniamos exactamente un planâ.
La mujer resopla. âBueno, no, no uno bien pensado. ¡Pero los planes que hicimos desde que nos la llevamos se van a venir abajo si ella muere! Era nuestra última esperanza! ¿Cómo vamos a salvarla ahora?â.
âNo va a morir. Sólo tenemos que encontrar otro doctorâ.
â¡Pero él es el mejor! Y no sé si podemos confiar en otroâ.
J*der. Puedo ser un orgulloso hijo de p*ta, pero también soy un doctor. Y como médico, no puedo alejarme de una paciente que me necesita, especialmente una que aparentemente ha sido secuestrada como yo.
De mala gana vuelvo a entrar. â¿Dónde está la paciente?â, pregunto bruscamente.
La mujer se levanta y se seca las lágrimas. Me mira con esperanza en los ojos. Está en la otra habitación. Te llevaré con ellaâ.
Sigo a la mujer hasta una habitación. No hay más muebles que una cama y una mesilla con una lámpara. Una mujer de pelo castaño está recostada en la cama. Parece estar inconsciente. Tiene la cara amoratada e hinchada y, con tan solo un vistazo superficial, se ve que tiene muchas otras lesiones fÃsicas.
Me resulta vagamente familiar. Mientras sigo estudiando su cara, me doy cuenta poco a poco. â¿Es esta⦠Lily Brogan?â.