Capítulo 266
Resistiendo al amor de Mi Ex-Marido
CapÃtulo266 Pedro sacudió la cabeza, indicando que habÃa dado a su abuela una razón razonable para explicar a dónde iban ella y el conductor.
-La fiesta de cumpleaños no empezará hasta la tarde, acabo de llamar a la abuela y le he dicho que llegaré un poco tarde añadió Pedro-. Tengo que ir a la comisarÃa a tomar una declaración, te acompañaré.
-Bien.
Suspiró Bella, aliviada de no haber alarmado a los ancianos y de que ellos no se preocupasen. -Pide que te traigan ropa,daré una ducha rápida y luego iremos a la comisarÃa.
Viendo que Bella, aparte de cuestionar avergonzada al principio, se habÃa mantenido tranquila y ahora querÃa ir a la comisarÃa sin inmutarse, Pedro no pudo evitar preguntar: -¿No hay nada más que quieras decir sobre lo de anoche? -¿Qué más habrÃa que decir? -replicó Bella-. Luis ha sido detenido, los abuelos no saben nada de esto, ¿no es eso lo mejor? Entonces, ¿todo ese alboroto por querer divorciarte era solo porque noacosté contigo? -dijo Pedro con un semblante indescifrable.
Asà que era eso de lo que querÃa hablar.
Bella sonrió con desdén. -Estás imaginando cosas. Lo de anoche fue solo un accidente. Ya no te culparé por aprovecharte de mà cuando estaba inconsciente, después de todo,salvaste a tiempo, asà que estamos en paz.
-Después de que pasen los festejos del cumpleaños de la abuela, mañana iremos a registrar el divorcio.
¡Bella, ya basta de este teatro! -estalló Pedro-. Anochesuplicabas que no te dejara, ¿y diferente? ahora quieres el divorcio? ¿Por qué ahora eres como otra persona La persona era la misma, pero su alma habÃa cambiado.
Bella resopló. -Puedes considerauna persona diferente, si quieres. Fuiste tú quien se aprovechó de mÃ, ¿y aun asà te niegas a aceptarlo? ¿Acaso solo te importa eso? -preguntó Pedro frÃamente.
-¿Y qué más?-replicó Bella.
Pedro apretó los dientes. -¿Quieres decir que sin importar quién fuera, te hubieras acostado con esa persona? +15 BONUS Bella fue honesta. -No puedo darte una respuesta sobre algo que no sucedió.
Tal vez, incluso en su imaginación, podÃa reconocer a Pedro.
O tal vez, considerarÃa a cualquiera como Pedro.
-Mi mente está fuera de control, no sé cómo voy a reaccionar. Pero tranquila, si te pongo los cuernos, no diré nada a nadie, guardemos este secreto y divorciémonos en paz.
¡Cómo iba a estar tranquilo! ¡A Pedro le daban ganas de soltar un taco! Sintió una rabia de ser solo un simple peón.
Justo sonó el teléfono y Pedro salió de nuevo al balcón del hotel.
Bella frunció los labios, una toalla al pie de la cama, la cogió y se la envolvió. Cuando se disponÃa a levantarse, sintió que las piernas le flaqueaban y le dolÃa un poco la entrepierna.
¡Maldito Pedro, cuánto tiempo habÃa hecho y la habÃa dejado asÃ! Bella arrugó el ceño y, apoyándose en la pared, avanzó lentamente hacia el cuarto de baño.
Apenas habÃa dado unos pasos cuando sintió que su cuerpo sem aliviaba, Pedro la habÃa levantado en brazos. -¡Ah! -soltó un grito de sorpresa.
Pedro habÃa vuelto a entrar en la habitación y la habÃa cogido en brazos.
En ese momento, la toalla que la envolvÃa se soltó.
Dejando ver sus largas y delgadas piernas blancas.
Y Pedro la miró con ojos ardientes, fijos en ellas.
-¿Dónde estás mirando? ¡Bájame! -gritó Bella, aferrándose a la toalla, avergonzada y enfadada.
La mirada de Pedro era profunda e m indescifrable. -A este paso CardarÃas media hora en llegar al baño. ¡Y todavÃa se atrevÃa a quejarse de su lentitud, cuándo él era el culpable! Sabiendo que serÃa inútil discutir con Pedro, Bella no le replicó, sonrojada, y se dejó llevar hasta el baño.
Al entrar en el baño, Bella apenas habÃa apoyado los pies en el suela cuando oyó a Pedro preguntar con voz fonça: -¿Puedes tú sola o quieres que te ayude?