Capítulo 119
Se Volvió Loco Tras Mi Muerte ( Violeta and Maurino )
CapÃtulo 119
Estas eran cosas que Violeta nunca habla probado antes. âEste es el más rico, hermano, tienes que probarlo.â
El afán de complacer era ya muy evidente.
A Maurino no le impresionaba, â¿Tanto te gustan estas cosas? ¿Lo que te doy no es suficientemente bueno?â
âNo, es bueno y también muy valioso.â Esa última pulsera con llavero de varios miles de dólares que Maurino le habÃa regalado, ni siquiera ella se atrevÃa a llevarla en la mochila, casi no la habÃa tocado.
Con esas palabras, Maurino se dio la vuelta y se marchó, tambaleándose, a punto de caerse. Violeta se apresuro para intentar sostenerlo, extendió la mano, pero recordó que ya no deberÃan tener más contacto, asà que silenciosamente retiró la mano.
Maurino notó su pequeño gesto y la mirada en sus ojos profundos se oscureció un poco. Sin duda, Maurino sabia que ella habÃa ido a la casa de Adrián; simplemente no lo mencionó.
âHermano, ¿quieres que te prepare una sopa para la resaca?â
Sin embargo, Maurino no dijo una palabra, solo se apoyó en la barandilla de la escalera y subió lentamente a su habitación.
Violeta sabÃa que Maurino estaba realmente enojado con ella por ignorarla de esa
manera.
Probablemente estaba molesto porque ella habÃa vuelto tan tarde.
Violeta dejó su bolsa y fue al refrigerador de la cocina para buscar los ingredientes para preparar la sopa para la resaca. Tomando en cuenta cómo habÃa bebido, seguro que mañana le doleria la cabezaâ¦
Una vez hecha la sopa, Violeta entró directamente en la habitación de Maurino, âHermanoâ¦â
Las palabras que querÃa decir se tragaron al ver la escena frente a ella. Violeta vio lo que no debÃa ver, Maurino estaba al lado de la cama, sin camisa, cambiándose de ropa. Sul cuerpo estaba esculpido y musculoso, con curvas y lÃneas seductoras. Maurino era de aquellos hombres que parecÃan delgados con ropa y musculosos sin ella, su fÃsico no tenÃa nada que envidiarle a ningún modelo internacional, y seguirÃa siendo asà por décadas.
Violeta apartó la mirada, sin atreverse a seguir mirando. Si hubiera sido antes, habrÃa ido adelante a tocarlo sin dudarlo.
âHermano, la sopa para la⦠para la resaca ya está lista, la dejé en la mesa.â
La noche cayó completamente oscura, y ante la ventana del piso al techo, se reflejaba claramente, la mirada esquiva de la chica detrás de él. Maurino se puso su pijama con calma, â¿Hay algo más?â
Violeta no sabÃa si deberÃa hablarle sobre ayudar a Adrián. Su mamá estaba muy enferma y aún necesitaban bastante dinero. QuerÃa usar su propio dinero de bolsillo para ayudar a Adrián, pero sabÃa que no serÃa suficiente, asà que pensó si habÃa otra manera de ayudarlo.
Lo primero que le vino a la mente fue pedirle ayuda a su hermano, pero recordó la inexplicable hostilidad que Maurino sentÃa hacia Adrián, y no sabÃa cómo empezar.
Al final, Violeta simplemente negó con la cabeza, âNo es nada importante.â
âEntra.â Dijo Maurino, y se dirigió hacia su estudio. Violeta, dudando, lo siguió.
Maurino se sentó frente a su escritorio, con la oscuridad afuera y la luz tenue del estudio iluminando la esquina, dando una sensación de asfixia. La ventana estaba abierta y las pesadas cortinas se movÃan con el viento. Violeta no olvidó llevarle la sopa a Maurino y se colocó detrás de él, intentando aliviar su dolor de cabeza masajeando sus sienes.
Eso también era un remanente de la explosión en la familia Jiménez hace años, que le dejaba fuertes dolores de cabeza que ni los analgésicos podÃan calmar a veces.
â¿QuerÃas hablar conmigo sobre Adrián?â
Maurino lo adivinó, y Violeta admitió, âNo puedo esconderte nada, hoy cuando fui a la casa de Adrián, su mamá parecÃa estar muy enferma. Su papá solo podÃa llevarla a otra ciudad para el tratamiento, y necesitan bastante dinero. Asà que⦠estaba pensando, hermano⦠si podrÃamos ayudarlo.â