Capítulo 129
Se Volvió Loco Tras Mi Muerte ( Violeta and Maurino )
CapÃtulo 129
Antes de que Violeta pudiera tocar el hombro del hombre, una fuerza poderosa la arrastró hacia él.
Se cayó con la cabeza dando vueltas, pero alguien la sostuvo por la espalda. Violeta, todavÃa con el susto en el cuerpo, se encontró con esa mirada feroz y diabólica en los ojos del hombre, y el miedo la paralizó al sentir su mano en su cuello.
La bolsa de plástico que llevaba cayó al suelo y Violeta apenas empezó a reaccionar. âHermanoâ¦â
La mirada aterradora que Maurino habÃa mostrado por un instante era algo que ella no habÃa visto anteriormente.
Maurino aflojó un poco su agarre. â¿Cómo llegaste hasta aquÃ?â Cambió de posición y Violeta se encontró sentada sobre sus piernas.
Esa postura era algo a lo que no estaba acostumbrada, era demasiado Ãntima.
Pero estaba atrapada por la cintura y no podÃa escapar.
No sabÃa si él lo hacÃa de manera intencionada o noâ¦
Con las piernas colgando sin tocar el suelo, Violeta se inclinó para recoger la bolsa del suelo y sacó una medicina, âErnesto dijo que te dio el dolor de cabeza de nuevo y me pidió que te comprara esto.â
â¿Hermano, has vuelto a fumar y a beber? El médico ya te dijo que esos son los factores que provocan tus dolores de cabeza, no es bueno que sigas tomando medicinas todo el tiempo.â Mientras hablaba, abrió la caja de pastillas, sacó un par de analgésicos y se los ofreció. Sus miradas se encontraron y Maurino le sonrió con un poco de desprecio, â¿Te has portado bien últimamente?â
Maurino los tomó y los tragó de un golpe. Violeta buscó una excusa para levantarse, âVoy a traerte agua.â
Pero Maurino no la soltó y dijo, âNo es necesario.â
Luego agregó, âVenir en taxi desde la escuela solo son unos minutos. Según tu horario, deberÃas estar en clase ahora, Violeta.â
Ella se quedó perpleja por un momento antes de responder, âErnesto me llamó justo cuando estaba en clase. Me dijo que esperara a que terminara para traerte la medicina. Estaba preocupada por ti, hermano.â
Maurino asintió pensativo y no la reprendió por haberse saltado la clase.
âHermano, ¿este es tu despacho? ¿Puedo echar un vistazo antes de irme?â
Al sentir que él la soltaba, Violeta se levantó y Maurino también se puso de pie, metiendo una mano en el bolsillo y caminando hacia su escritorio. âPronto será hora de comer, quédate y hazme compañÃa.â
âBueno, mientras no molesteâ¦â
Violeta giró la cabeza y de repente vio un botón negro en la alfombra delante del sofá. Al ver que
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Capitulo 129
ella se inclinaba para recogerlo, se dio cuenta de que todos los botones del traje de Maurino estaban en su lugar, asà que⦠¿de quién era ese botón?
âPrimero termino lo que tengo entre manos y luego te llevaré a comer.â
âVale.â
El despacho de Maurino era un lugar que ella habÃa visitado innumerables veces en su vida pasada, incluso conocÃa todos sus hábitos, incluyendo el orden de los libros en su estante.
Violeta observó a Maurino revisando documentos en su escritorio, con su camisa negra y sus gafas de montura dorada, emanando una distinguida elegancia restringida, sereno y reservado, de rasgos definidos, difÃcil apartar la mirada de élâ¦
Pero ahora ya no habÃa nada en él que pudiera hacerla querer quedarse.
Violeta retiró la mirada indiferentemente y salió del despacho hacia el baño. Luego, sacó su teléfono y le mandó un mensaje a Adrián.
HacÃa mucho que no respondÃa a sus mensajes.
Después de merodear por casi quince minutos, Violeta regresó al despacho, pero al llegar a la puerta entreabierta, escuchó la voz alarmada de una mujer en el interior.
âSeñor Paz, por favor, compórtese, suéltemeâ¦â
La mano del hombre se deslizaba por dentro