Capítulo 91
Se Volvió Loco Tras Mi Muerte ( Violeta and Maurino )
CapÃtulo 91
Violeta casi no descanso, apenas durmió cuatro o cinco horas y salió de la Villa del Sol. Después de caminar más de una hora, por fin consiguió un taxi. En su cartera solo le quedaban algunos dólares sueltos, apenas suficiente para sobrevivir un tiempo.
Frente a la escuela, Violeta, con el estómago revuelto, bajó del taxi tambaleándose, a punto de caer, pero una mano la sostuvo. Al reconocer a la persona a su lado, sus ojos se iluminaron, âAdriánâ.
âVamos a desayunar primero, no hay prisa, ya pedà permiso para que faltes a la tutorÃa de la mañana.â
Violeta devoró tres empanadas y luego bebió un vaso de leche. Se limpió el aceite de las comisuras de los labios con el dorso de la mano y con una mirada sincera le explicó, âAdrián, por favor, no me regañes por lo que pasó anoche. Ya hablé claro con mi hermano. Ya estoy grande, no necesito su dinero.
Adrián, ¿me enseñas a ganar dinero?â
Desde pequeña, Violeta recogÃa comida de los basureros de la calle, ya que Maurino se iba a trabajar y a veces desaparecÃa durante dÃas. Cuando se le acababa la comida, no tenÃa más opción que buscar algo para comer en la calle. En aquel entonces no entendÃa nada, solo podÃa esperar en casa a que él regresara, lo que por lo general solo pasaba en situaciones especiales.
A pesar de las dificultades, Violeta nunca habÃa trabajado para ganar dinero. Inicialmente era muy joven y los empleadores no la aceptaban, luego, a sus quince o dieciséis años ya estaba con Maurino en la mansión de la familia Paz, viviendo la vida de una niña rica y consentida.
Asistió a una escuela privada, tuvo los mejores tutores privados y después de la secundaria fue a estudiar al extranjero, obteniendo un tÃtulo de alto nivel.
Åus dificultades solo duraron unos años, luego habÃa sido demasiado protegida por
Maurino.
Fue precisamente porque Maurino era tan bueno con ella que Violeta querÃa alejarse de él. No querÃa tener nada que ver con los demonios y fantasmas de la familia Paz.
Esa madrugada, cuando dejó la Villa del Sol, dejó todas las tarjetas bancarias que Maurino le habÃa dado en la habitación.
Desde que su hermano le dio esas tarjetas, Violeta nunca habÃa usado ese dinero.
Solo querÃa demostrarles a esas personas que seguÃa a Maurino porque realmente lo consideraba su único familiar pero, nunca habÃa codiciado su dinero.
Adrián miró esos ojos inocentes y llenos de pureza, alguien asà merecÃa el amor de todos.
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El timbre de fin de la tutorÃa de la mañana sonó en el aula.
Ãl le acarició el cabello, âVe a clase.â
âAdrián, mi hermano no tiene malas intenciones contigo, no te enfades con él. Es que me ha cuidado demasiado desde pequeña, teme que me engañen.â
Adrián asintió, âLo sé.â
Violeta dio unos pasos y luego volvió a mirar hacia atrás.
Solo cuando entró completamente en la escuela, Adrián se fue para hacer sus propias
cosas.
En un auto negro no muy lejos de allÃ, una anciana de unos ochenta años sostenÃa un bastón y estaba sentada en el asiento del copiloto, â¿Ella es la hermana que Maurino tiene fuera?â
El mayordomo sentado en el asiento del pasajero sostenÃa una foto y los datos de la chica, los comparó y asintió, âSÃ, señora.â
âLos padres biológicos de Violeta salvaron al señor hace años, luego murieron en un accidente de tráfico. El señor Paz la acogió a su lado. Aparte de él, nadie más conoce la relación entre ellos, la señorita Salazar supo hace poco que esta señorita estaba muy bien protegida por él.â
La anciana suspiró y negó con la cabeza, âSi no fuera porque la familia Salazar mencionó algo por teléfono anoche, yo tampoco lo sabrÃa, cómo podrÃa mi nieto hacer tal tonterÃa. Lucrecia es la nuera que elegà personalmente y ahora, por una forastera, ha pasado vergüenza frente a sus parientes. Sea cual sea el motivo, él está equivocado.â