Chapter Capítulo 116
La Novia Equivocada Novela de Day Torres
CORAZONES ATADOS. CAPÃTULO 2. Yo lo quiero James se sorprendió de lo liviana que era aquella chica cuando la levantó en brazos. No pudo recoger sus cosas, solo se la llevo a ella a su departamento y la acostó en el sofá. Cruzado sobre su hombro habÃa un bolso, James lo abrió y encontró su identificación, leyendo su nombre: Maddison.
-Maddison -murmuró y trató de despertarla-. ¡Maddi! -Pero la muchacha no reaccionó. Afortunadamente en menos de cinco minutos los paramédicos estaban atravesando su puerta y la subÃan a una camilla. Ãl por supuesto fue con ellos y lo dejaron subir a la ambulancia.
James la miró atentamente mientras llegaban al hospital. TenÃa el cabello de un rubio ceniza claro, deslucido. Sus ojos eran de un azul profundo, o al menos eso le pareció mientras el paramédico le abrió uno para ver su respuesta ocular. Estaba muy blanca, como si nunca tomara sol y se veÃa extremadamente cansada.
Y aun asà era una mujer muy hermosa.
-Tenemos pérdida del conocimiento y posible contusión -anunció uno de los paramédicos bajándola de la ambulancia-. Está respondiendo a los estÃmulos, canalizamos una vena con solución salina.
La entregaron a los médicos y una enfermera se acercó a él de inmediato con una tablilla de datos.
-¿Usted es familiar? âJames se quedó aturdido por un momento-. Si no es familiar no puede pasar con ella...
-¡Soy su novio! -mintió. 2 La mujer lo miró y luego a la muchacha, a la que estaban llevando a urgencias.
-¿Usted va a correr con los gastos del ingreso? -preguntó y James se dio cuenta de lo mismo que ella, con aquel uniforme de camarera, la chica no habrÃa podido cubrir ni un tercio de la cuenta de aquel hospital.
-SÃ, yo corro con los gastos -sentenció tomando la.tablilla y firmando con su nombre.
Luego sacó la identificación de Maddi y llenó todos los otros datos:
Nombre: Maddison Apellido: Grant Edad: 26 Estado civil: Soltera.
No sabÃa nada más. Si tenÃa alergias, historial de enfermedades cardiacas o locura. Solo sabÃa que buena suerte, aparentemente, no mucha.
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Una hora después uno de los doctores salÃa para decirle que a pesar de todo ella se encontraba estabe.
âLe hicimos una tomografÃa, no hay contusión, solo un corte leve en la frente, ni siquiera necesitará puntos -dijo el médico.
-Eso es un alivio.
-Bueno, la verdad no nos preocupa tanto el corte como la causa del desmayo, asà que le hicimos algunos análisis de emergencia -replicó el doctor y James se envaró en un segundo. -¿Y qué pasa...? ¿Ella está bien?
-La verdad es que no, tiene las defensas bajas, la hemoglobina baja, está a tres indicadores de la desnutrición y tiene fatiga severa. Eso en su estado puede llegar a ser muy peligroso para su vida.
James abrió y cerró la boca varias veces mientras intentaba interpretar aquello.
-¿Disculpe? ¿Su estado? -balbuceó.
-Es normal que no se hayan dado cuenta, solo tiene seis semanas, pero su novia está embarazada -dijo el médico y James apretó los labios, sin saber qué decir. 6 Si antes habÃa pensado que el hecho de que su novio y su amante la echaran de su propia casa estaba jodido, ahora estando embarazada y enferma creÃa que a aquella pobre chica se le habÃa juntado toda la mala suerte del mundo.
Podrá pasar a verla en unos minutos. Ya está despertando.
James asintió, no tenÃa nada que hacer allÃ, pero no podÃa largarse sin más, asà que siguió al doctor hasta la habitación y se sentó a su lado, quedándose unos minutos a solas con ella.
La vio abrir los ojos con esfuerzo y comprobó que realmente eran de un azul cautivante.
-Al menos me tocó un ángel bonito... -susurró Maddi intentando levantar la mano para alcanzar sus rizos. 1 James tenÃa el cabello ondulado en rizos gruesos y rubios; y ella los acarició con ternura, como si de verdad creyera que no era real.
-Creo que estoy muy lejos de ser un ángel -murmuró él sonriendo y la vio sobresaltarse y abrir los ojos completamente.
-Lo siento... tú... ¿dónde...?
-Tranquila, estás en el hospital -le dijo él poniendo una mano sobre la suya-. Mi nombre es James King, vivo en tu edificio, en el piso doce. Te desmayaste delante de mÃ, asà que llamé a una ambulancia.
Maddi cerró los ojos y se llevó una mano a la cabeza, como si intentara recordar.
Graciasâmurmuró-. De verdad lamento la molestia.
contestó No fue ninguna molestia, pero para futuras referencias, dije que soy tu novio James y ella lo miró sin comprender-. Era eso o no te hubieran admitido en este hospital.
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Maddi miró por primera vez alrededor y se dio cuenta de que estaba en una habitación privada que más parecÃa una suite de un hotel de lujo. O al menos eso imaginaba porque ella jamás habÃa ido a uno.
-Yo no puedo pagar esto... -balbuceó asustada.
-Tranquila, lo estoy pagando yo.
-Eso no está bien... ¡ni siquiera te conozco! -exclamó ella.
-Pues no dejes que el médico se entere, porque viene por ahà -le advirtió James y en efecto, un segundo después el médico les sonreÃa.
-Señorita Grant, ya tengo las indicaciones para su tratamiento. Necesita seguir una nueva dieta estricta, descansar más, salir al sol y tomar sus vitaminas para el embarazo. La verdad es que su salud es débil, asà que ya no deberÃa trabajar...
El rostro de Maddi se desencajó mientras las manos comenzaban a temblarle, sentÃa como si un agujero negro estuviera creciendo en medio de su estómago.
-¿C... câcómo... cómo dijo? ¿Emb...?
La arcada le llegó tan rápido que solo fue capaz de llevarse la mano a la boca. Pero James fue más rápido al alcanzar una papelera y la sostuvo mientras Maddi se inclinaba y devolvÃa el contenido de su estómago. 1 -Pensé que ya se lo habÃa dicho -dijo el médico mientras ella intentaba recomponerse.
James negó con preocupación.
-¿Nos puede dejar un momento a solas, por favor? -le pidió al galeno.
Pero antes de que el médico llegara a la puerta el grito de Maddi lo detuvo.
-¡No, espere! ¡Tiene que ayudarme! -Las lágrimas le corrÃan por las mejillas mientras hablabaâ. ¡Yo no puedo tener este bebé!
¡Tiene que ayudarme! ¡No puedo tenerlo...!
El doctor miró a James y este le hizo un gesto con la cabeza para que saliera. Luego cerró la puerta con seguro y cerró las cortinas mientras ella seguÃa llorando desconsolada.
-¡Dios mÃo, no puedo...!
âCálmate, solo estás asustada -intentó tranquilizarla James.
-¿Asustada? ¡Estoy aterrada! ¡No puedo tener este bebé! -replicó ella con angustia y James apretó los puños.
-Vi lo que te hicieron -dijo y Maddi se quedó muda-. Yo estaba en el ascensor, vi cómo te sacaron de tu departamento.
A la memoria de la muchacha llegó la figura de un hombre en la puerta del ascensor.... entonces habÃa sido él.
-Lamento lo que te hicieron -continuó James-. Y entiendo que no quieras tener un bebé de un tipo asÃ, pero...
-¡¿Quiera?! -lo interrumpió ella con vehemencia-. ¡¿Crees que esto se trata de si âquieroâ o no a mi hijo?! âle gritó-. ¡No se trata de lo que quiero hacer, sino de lo que puedo hacer! Literalmente ni siquiera tengo un techo porque acaban de echarme de él!
Todo mi dinero de i los últimos seis años fue para pagar la carrera de ese infeliz. Trabajo dieciocho horas diarias como camarera, no tengo dónde vivir, no tengo familia... ¿cómo podrÃa tener un bebé? ¿Dónde voy a tenerlo? ¿Qué clase de vida podrÃa darle...?
Maddi empezó a respirar entrecortadamente y los pitidos en el monitor junto a ella se dispararon. Un par de enfermeras y un médico entraron corriendo y apartaron a James.
-Está teniendo un ataque de pánico, vamos a ponerle un sedante muy suave âle sonrió dulcemente el doctor-. Eso, Maddison, vamos a calmarnos, ¿sÃ?
Pero aunque el ritmo de su corazón bajó, James comprendió que por más que la sedaran, aquella angustia no iba a pasar para ella. De verdad estaba en la peor posición posible, el doctor decÃa que no debÃa trabajar más, que la fatiga podÃa poner su vida en peligro, y sin un lugar donde vivir ni poder trabajar, la desesperación era el sentimiento más lógico que podÃa tener.
â¿Qué clase de vida podrÃa darle...?â
Aquellas palabras resonaban en su cabeza mientras la veÃa llorar en silencio, con los ojos cerrados.
Y luego las de Connan se escucharon más fuertes:
â¡Firma el puñetero divorcio y empieza a buscar a tu bebé, que eso de ser papá soltero ahora tiene mucho glamour!â 2 James se cruzó de brazos, pensativo, mientras valoraba sus opciones. De verdad habÃa pensado en adoptar. Exactamente igual que a su padre, a él la biologÃa tampoco le importaba. Y parecÃa que todas las piezas de aquel rompecabezas estaban cayendo en su justo lugar en el momento correcto.
Maddi no podÃa cuidar a su bebé, y él no podÃa tener uno.
James se sentó junto a ella y tomó una de sus manos, acariciándola con un gesto confortable.
-Maddi... escucha, sé que esto te va a parecer una locura, pero yo lo quiero le dijo y ella arrugó el ceño sin comprender.
â
-¿De qué hablas?
De tu bebé -respondió James con seguridad. Hablo de tu bebé. Yo lo quiero.
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