Chapter Capítulo 142
La Novia Equivocada Novela de Day Torres
CORAZONES ATADOS. CAPÃTULO 29. Lo odio, es horrible â¿Qué tan millonario eres?!
James arrugó un poco el ceño, ni siquiera Sabrina le habÃa hecho una pregunta tan directa.
-¿A qué te refieres? -le preguntó con curiosidad.
-Bueno... ¿tus millones son por decenas, cientos o miles? -insistió ella y James hizo una mueca y trató de hacer memoria.
-El patrimonio general de la familia superó el millar hace unos años, el mÃo personal deben ser unos cuantos cientos, ponle unos trecientos -respondió él-. ¿Por qué, nena?
La muchacha apretó los labios y pasó saliva.
-Es que estaba pensando... si yo te pidiera un poco de dinero, ¿me lo darÃas? -le preguntó.
James se encogió de hombros como si esa fuera la pregunta más tonta del mundo.
-Claro que si Maddi, lo que quieras -le respondió.
-Pero es mucho...
-¿Qué parte de âlo que quierasâ no se entendió?-insistió él mientras la abrazaba y escondÃa a cara en su pecho.
-Gracias.
James sonrió porque ella era la cosita más tierna del mundo, pero no dejaba de causarle curiosidad para qué querÃa el dinero.
-¿Y no me vas a decir qué te traes entre manos? -le preguntó y Maddi lo miró con un suspiro.
-TodavÃa no, primero tengo que ir varios lugares y hablar en la universidad para que me pasen a una especialización de inmediato.
James frunció el entrecejo y se acomodó mejor en la mecedora mirándola a los ojos.
-¿Ya vas a elegir tu carrera? ¿Estás segura? -le dijo con preocupación. Solo pasaron un par de meses...
-No importa. Creo que siempre he sabido lo que quiero hacer y después de... -respiró profundo y pasó saliva. Después de lo del bebé, cada vez se ha ido aclarando más.
A James se le humedecieron los ojos y asintió. TodavÃa seguÃa siendo difÃcil para los dos, pero intentaban superar aquel dolor lo mejor que podÃan y no querÃa que Maddi cayera de nuevo consumida por él.
-Está bien, ¿y cuándo me lo vas a contar? -le pidió.
-Mmmm... mañana -decidió ella-. Mañana en la tarde, si logro resolver todas mis dudas durante el dÃa, te voy a llevar a un lugar.
Ãl accedió sin insistir más, porque entendÃa que aquello era demasiado serio para Maddi, pero esperó ansioso durante todo el dÃa a que ella lo llamara.
Maddi, por su parte, se fue a la universidad y realizó todas las averiguaciones. Le permitieron avanzar del curso general al primer año de especialización en el siguiente trimestre y luego le pidió a Sibar que la llevara a un sitio al sur de Londres, fuera de la ciudad.
Entró en aquel edificio con la nostalgia y la tristeza bailándole en los ojos, pero salió una hora después con un poco de esperanza.
Esa tarde pasó por James y los dos almorzaron juntos antes de que Sibar los llevara de regreso a ese sitio en Surrey Hills.
James estaba acostumbrado a visitar los campos de golf del área, pero jamás se habÃa fijado en aquella entrada tan poco llamativa. El camino que se desviaba de la carretera estaba muy mal cuidado y lleno de baches, rodeado de árboles oscuros.
-¿Me vas a llevar a la mansión del terror? -le preguntó él.
-Pues un poquito sà -sonrió Maddi y James vio que al final del camino se abrÃa un amplio claro en medio de los árboles donde habÃa una vieja mansión.
Estaba en medio de unos tres mil metros cuadrados de césped corto, iluminada por el sol, pero aun asà se veÃa triste y vieja.
Maddi le pidió a Sibar que estacionara al final del camino y ellos se bajaron para hacer el resto del trayecto a pie.
-¿Te gusta la mansión misteriosa? -le preguntó James con una sonrisa mientras tomaba su mano.
-Vivà aquà cuatro años -le dijo Maddi y James se detuvo.
-¿En serio? ¿Cuándo?
-Cuando mi padre murió. Este es el orfanato Knox Memorial â le explicó la muchacha-. Es un orfanato muy pequeño comparado con otros, porque solo tiene capacidad para cincuenta niños. El señor Albert Knox lo ofreció como orfanato en memoria de su padre, pero ayer leà la noticia de que también habÃa fallecido, y su hijo Thomas espera vender el terreno a los dueños del campo de golf más cercano.
James la miró con adoración, porque ya imaginaba qué se le estaba ocurriendo a aquella cabecita.
-Eso quiere decir que el orfanato desaparecerá -murmuró mirándola a los ojos y Maddi asintió.
-Thomas Knox dice que no tiene cómo mantenerlo y la gente no dona mucho aquÃ. La mansión ya no está en las mejores condiciones asà que necesita que reparen un poco... y yo pensé que ya que Sophi se preocupa tanto por el otro orfanato... a lo mejor tú yo podÃamos ocuparnos un poco de este, ayudar.
Ãl sonrió y asintió.
-Me parece bien, pero ¿qué tiene que ver esto con la universidad? -le preguntó.
-Bueno... viene en la mañana y la directora que habÃa cuando yo vivÃa aquà todavÃa está le explicó Maddi-. Si logramos salvar el orfanato se quedará dirigiéndolo otro año, pero alguien debe quedarse en su lugar después, asà que pregunté en la universidad y la carrera de Negocios tiene una especialización en Gestión de Entidades No Lucrativas.
-Maddi...
-Pedà el cambio y me lo aceptaron -añadió ella como una confirmación de que era una decisión tomada â. Sé que no es un trabajo con glamour y que voy a estar pidiéndote más dinero del que logre generar pero... esto es lo que quiero hacer.
James se quedó mirándola por un largo momento y sintió que el corazón se le hinchaba en el pecho. Ella de verdad era su pequeño ángel.
-¿Ya te he dicho lo orgulloso que estoy de ti? -le preguntó y a ella se le llenaron los ojos de lágrimas.
-¿Me vas a ayudar? -preguntó con un puchero.
-Claro que te voy a ayudar, pero primero tengo que ver el edificio para luego decirte cómo. ¡Ven, vamos!
Tiró de su mano y le dieron vuelta a la enorme mansión. Era un enorme edificio de piedra, de color cremal y marrón, deslucido por los años. TenÃa dos torres de cuatro pisos que estaban unidas por la estructura central de dos pisos, grandes ventanales y puertas de madera y cristal.
La mitad de ella estaba deshabitada y necesitaba muchas reparaciones. La mitad de las ventanas estaban rotas y tapadas con maderas viejas. Por lo que podÃan ver desde el exterior, los techos de varias habitaciones estaban caÃdos y colgaban sobre los pasillos del primer piso.
La otra mitad sà estaba operativa, asà que era lógico que solo hubiera pocos niños. No estaba en mucha mejor condición pero si se le miraba de lejos parecÃa un hermoso castillo inexpugnable en lo alto de su colina.
-Wow -susurró James mientras la miraba-. No sé qué decir... es como si hubieras vivido en Hogwarts.
-Si, pero sin nada de magia, solo el polvo y lo viejo -rio ella mientras lo abrazaba.
Aquella vieja mansión tenÃa muchos recuerdos y aunque ella preferÃa quedarse con los buenos, habÃa mucha tristeza acumulada también en aquellas paredes.
Entraron al edificio y james se sorprendió del enorme silencio que invadÃa todo a pesar ser un lugar habitado por niños.
-Aqui deberÃa estar sonando una orquesta de grillos -sentenció él.
-SÃ, pero los niños que vienen aquà no suelen tener muchos motivos para ser felices -replicó Maddi-. Aun asà es mejor tener un techo sobre tu cabeza que vivir en la calle.
James asintió, pero a medida que veÃa el orfanato su corazón se sentÃa más triste. HabÃa solo cuatro grandes estancias llenas de camas. Los varoncitos dormÃan en dos de ellas y las niñas en las otras dos.
-¿Y dónde ponen sus cosas? -preguntó James viendo todas aquellas camas pegaditas.
-Aquà -dijo Maddi señalando a una camita-. Mira aquà dormÃa yo, y mis cosas iban aquÃ.
James se quedó mudo por un momento.
-Pero eso es una silla -murmuró.
-Ajá. ¿Qué tiene?
Ãl habrÃa querido explicarle que los niños deberÃan tener un closet enorme y un cuarto de juegos y un millón de cosas hermosas, pero ella lo miraba como si el hecho de que todas las cosas de un huérfano cupieran sobre una silla fuera lo normal.
Siguieron caminando, viendo las estancias comunes, las aulas, los pequeños patios de recreo, el comedor. En los salones los niños estaban silenciosos, leyendo o conversando en voz baja pero todo era demasiado... gris.
Mientras seguÃan explorando James no pudo evitar sentir una profunda tristeza y frustración que brotaban de su interior. El edificio estaba en malas condiciones: las paredes estaban agrietadas y desgastadas, los suelos estaban llenos de agujeros y escombros, y todo el lugar parecÃa triste y vacÃo.
Cuando por fin salieron de allà James solo pronunció pocas palabras:
-Lo odio. Es horrible.
A Maddi se le cayó el corazón al suelo y miraba al edificio y a él, intentando encontrar algún buen argumento con el que convencerlo.
-Bueno... sé que no es muy bonito, ¡pero te aseguro que a los niños los tratan bien aquÃ! -le dijo desesperada-. La directora es muy buena y los maestros son personas de muy buen corazón... a lo mejor con un poco de ayuda... si pudiéramos repararlo un poco...
-¿Repararlo un poco? ¡Esto se está cayendo, Maddi! ¡Los niños viven hacinados prácticamente! ¡Ni 1 siquiera sé cómo tienen licencia de operación! -replicó él y a Maddi te temblaron los labios-. No voy a arriesgarme a que se derrumbe un trozo de esta casa sobre la cabeza de nadie. Asà que ¿por qué no lo construimos completo?
Ella pestañeó un par de veces, aturdida, y las manos le temblaron mientras intentaba comprender lo que James querÃa decirle.
-Entonces o sea ¿quieres decir?-balbuceó.
-Quiero decir.. -susurró él abrazándola-. Que ya me conoces, deberÃas saber que no me gustan las cosas a medias. Si vamos a hacer esto lo haremos bien, buscaremos a un arquitecto, tomaremos fotos y reconstruiremos este castillo para los niños desde cero... probablemente más grande, para que todos tengan sus habitaciones y sus closets. 1 Maddi estalló en lágrimas pero él sabÃa que eran de pura alegrÃa.
-¿Es en serio? ¿Si vamos a hacerlo? -sollozó con un puchero.
-Claro que sÃ. Tenemos que hacer algo para ayudar a estos niños -dijo él en voz baja-. Necesitan un lugar seguro y cómodo para crecer... y feliz. También debe ser un lugar feliz. ¿Crees que podamos conseguirlo?
-Si, si lo vamos a conseguir -moqueó ella y James la besó en los labios con suavidad.
-Pues respira profundo porque ya tengo medio millón de ideas y todas son muy locas. ¿Te animas? -le sonrió él y Maddi asintió emocionada.
Las noches que siguieron fueron de ardua planificación, reuniones con especialistas hasta altas horas de la madrugada y negociaciones intensas con Thomas Knox para lograr que le vendiera el terreno a ellos en lugar de a los dueños del campo de golf. Pero finalmente el hombre cedió, no eran muchos los que le dijeran que no a un King, en especial si el precio era justo.
A partir de ahà comenzó la locura de planificar y diseñar un nuevo castillo para los niños. Consultaron a arquitectos e ingenieros, recopilando fotos y medidas de la antigua estructura para ayudarles a planificar el nuevo edificio.
-Bueno, ahora solo falta lo más importante... -suspiró Maddi cuando los arquitectos y la compañÃa de construcción por fin les entregaron el presupuesto-. Tenemos que conseguir el financiamiento.
I James asintió, ya habÃa sido desâdesheredado, pero era algo que tenÃa tan poca importancia en la vida de los dos que habÃa olvidado decirle a Maddi. Sin embargo puso su mejor cara de póquer y asintió.
-Asà es, tienes que pedirle financiamiento a la mami suegra le dijo intentando mantenerse serio.
Maddi suspiró y se puso a preparar una visita familiar de emergencia. Ese mismo fin de semana la familia King llegó a pasar el fin de semana con ellos y la muchacha aprovechó la ocasión para exponer el plan -Mami suegra, necesito que desâdesheredes a James lo más pronto posible -dijo durante la cena y todos se le quedaron viendo.
Meli miró a James sin comprender por qué se lo pedÃan a ella, pero luego asintió.
-Claro, hija, pero ¿cómo para qué? -murmuró con curiosidad. 2 -Es que quiero sacarle mucho dinero -dijo Maddi y James estaba que se morÃa de la risa porque nunca jamás una mujer habÃa pedido financiamiento con tanto desparpajo.