Chapter Capítulo 143
La Novia Equivocada Novela de Day Torres
CORAZONES ATADOS. CAPITULO 30. Esta noche...
Nathan y Meli se miraron porque jamás habÃan visto tanta honestidad junta.
-No me digas... ¿y como cuánto quieres sacarle? -murmuró Nathan viendo la expresión de su hijo. 2 -Como seis millones, para ser exactos -dijo Maddi con una sonrisa tan luminosa que todos se quedaron un poco atontados.
-¡Vamos a construir Howard! -exclamó James y un segundo después empezaba a sacar planos y fotografÃas para que todos vieran aquel hermoso proyecto.
Maddi y él le contaron a la familia cómo querÃan reformar el orfanato y cómo planeaban convertirlo en un lugar que les gustara a los niños, un lugar en el que pudieran ser felices.
-¿Y no es mucho seis millones por esta construcción?-preguntó Nathan.
-No, la construcción solo cuesta un millón -le explicó James-. El terreno fue el que salió más caro, y el otro millón es para equipamiento y para financiar los primeros tres años de operación.
-Pues a mi no me gusta, Howard era más grande -rezongó Nahia-. Ellos tenÃan cuatro casas, o sea cuatro torres, y tú solo tienes una.
James se sopló los rizos de la frente con frustración.
-Porque lo que estamos tomando es el concepto, Nahia le dijo-. Mira, los niños van a tener cuartos propios, y camas con dosel, y arcones frente a la cama como los de Harry Potter... 1 -¡Pues a mi tampoco me gusta! -protestó Sophia-. Nahia tiene razón. El concepto no basta. Howard tiene cuatro torres y este lugar también deberÃa tener cuatro. ¡Es más! ¡Rex y yo construiremos una! ¿ Verdad, amor? 2 Rex pasó un brazo sobre sus hombros y asintió, sabiendo que su mujer jamás se quedarÃa de brazos cruzados.
-¡Cierto, amor! -la apoyó-. Pero en la nuestra irán los malvados coquetos. ¿Cuál era esa? La de la serpientita... 2 Todos rieron y Nahia se levantó.
-¡Pues yo también quiero hacer una!-declaró-. Y si faltan brazos para la construcción... ¡mi guardaespaldas tiene muy buena experiencia cargando sacos!
-Y por âsacosâ se refiere a ella cuando está ebria -murmuró Aaron sin inmutarse y Meli miró a Nahia con expresión acusadora.
1 Sin embargo muy pronto se distrajo porque Nathan también se adelantó.
-Bueno, James, tu madre y yo también queremos hacer nuestra torre, asà que ve llamando al arquitecto de nuevo, porque creo que tendrá que rediseñar todo esto.
James y Maddi no cabÃan en ellos de la alegrÃa.
Dos dÃas después aquel proyecto para cincuenta niños se habÃa convertido de pronto en un hogar para trescientos niños y un ala entera de bebés. Pero en lugar de mandarlos a escuelas externas, la familia se habÃa empeñado en hacer que aquel proyecto realmente fuera como la escuela llena de magia: El enorme salón comedor, las torres de los dormitorios con sus escaleras de caracol, los áticos secretos, las aulas y bibliotecas, el invernadero, la casa de las mascotas, los campos alrededor con sus laberintos de setos y hasta los uniformes con túnicas.
-¿Y esto qué es? -preguntó James sonriendo al ver una pequeña edificación que habÃan añadido en el linde del bosquecito cercano-. ¿También vamos a construir la cabaña de Hagrid y su campo de calabazas? 2 Meli y Nathan se miraron antes de responder.
-De hecho... esa es para tu madre y para mà -dijo Nathan y James se quedó sorprendido-. Nuestros hijos ya están grandes, ya no manejamos ninguna de las dos empresas asà que ahora solo nos gustarÃa descansar.
-Y nos gustarÃa la idea de hacerlo aquà -dijo Meli y en dos segundos tenÃa a Maddi colgada de su cuello de la emoción.
-¡Eso es genial! ¡Van a ser los abuelos perfectos... siempre y cuando Nathan se deje crecer la barba y acceda a engordar! -dijo la muchacha y todos se rieron de aquella ocurrencia.
Una semana después James cerró el acuerdo con Thomas Knox y en cuanto tuvo las escrituras a su nombre, comenzaron a llegar las retroexcavadoras y los obreros.
Cuatro meses. Se necesitaron cuatro meses para levantar aquella hermosa escuela, con cientos de constructores trabajando sin descanso. La vieja mansión serÃa demolida luego para levantar campos de deportes sobre ese terreno.
Maddi estudiaba en las mañanas, y James trabajaba, y en las tardes le dedicaban toda su energÃa al proyecto.
Cuando la obra negra terminó de solidificarse, ellos dos fueron los primeros en sorprenderse, porque no habÃan esperado que se sintiera tan real y tan mágico a la vez.
-Nunca habÃa visto nada igual -le dijo Maddi a James un dÃa en que estaban eligiendo las baldosas del suelo del salón comedor-. No sé cómo lo hicieron, pero esto es increÃble, James.
-La magia -dijo él con una sonrisa pÃcara-. Creo que los niños van a ser muy felices aquÃ. ¿No crees?
-SÃ, sà lo creo.
Al quinto mes, por fin, todo estuvo listo. Las cuatro torres de aquel castillo se levantaban contra el cielo y todas las luces dentro se encendieron. Era realmente mágico porque era un hogar. Cada torre de dormitorios tenÃa habitaciones para cincuenta niños, todas dobles, con sus lindas camas de dosel y sus arcones al pie de estas, justo como los del libro de Harry Potter.
-¿Y nos dejarán tener lechuzas? -preguntó una niña pequeña tirando de la mano de James. Ãl la levantó con una sonrisa y se quedó pensativo.
-¿Y si negociamos y mejor tienes un gatito?
-¡Un gatito en genial!
Mudarse a su nueva casa fue todo un acontecimiento para los niños. Los más chicos estaban viviendo el sueño y los mayores, ya un poco más prácticos también estaban emocionados por las nuevas oportunidades.
Finalmente llegó el dÃa de la inauguración, todos los niños, profesores y amigos estaban presentes, y no solo se abrió para los invitados, sino para todas las personas que quisieran ir a verla.
Se negaron a llamarlo orfanato, y los niños insistieron en que se les hiciera un enorme letrero con el nombre de Hogwarts para ponerlo justo al frente. La escuela, como la llamaban, estaba al veinte por ciento de su capacidad asà que muy pronto comenzarÃan a recibir niños de otros lugares que estaban saturados.
A las cuatro de la tarde muchas personalidades de la cultura londinense comenzaron a llegar, y muy pronto se convirtió en un evento magnÃfico.
Maddi estaba deslumbrante con su vestido sencillo de coctel y James se metÃa la mano en el bolsillo de cuando en cuando como para cerciorarse de que aquella pequeña caja seguÃa allÃ.
-¿Se lo vas a pedir esta noche?
-¡Aaaaaaahhhhaaahahaahh! -James dio un respingo y miró feo a su padre.
-No te me acerques asÃ, que asustas, viejo... rezongó para reÃr después-. Pero sÃ, la voy a llevar a una de las torres bajo la luz de las estrellas y se lo voy a pedir. ¿Crees que acepte?
Nathan pasó un brazo sobre los hombros de su hijo y le palmeó el pecho.
-James, el único que no se ha dado cuenta de que Maddi ya es tu esposa, parece que eres tú -le advirtió y siguió caminando para saludar a los invitados.
Poco después James dirigió unas palabras de agradecimiento a todos los que habÃan hecho aquello posible aquella hermosa obra y luego fue el turno de Maddi.
-Nunca me hubiera imaginado -dijo ella con voz temblorosa de emoción- que podrÃa ser tan feliz en un lugar que solia ser un recuerdo difÃcil en mi memoria. Y mi felicidad está en el hecho de que sé que construimos un hogar muy especial para cada niño que llegue con nosotros. Esto nunca más será un orfanato, esta es una escuela para niños llenos de magia, y todos daremos lo mejor de nosotros para que salgan de aquà recordando una infancia feliz.
Los invitados rompieron en aplausos y sin que nadie se los pidiera, ellos solos comenzaron a hacer cheques de donación para la escuela. Pero lo que más le importaba a Maddi, muchos se anotaron como voluntarios para venir a ayudar con los equipos deportivos, las clases y las actividades en general.
Sin embargo como siempre habÃa una nube que oscurecÃa el sol, entre los presentes James vio que el conde Westerfield se habÃa autoinvitado, y de su brazo llevaba colgada nada menos que a Sabrina.
Puso los ojos en blanco y respiró profundo por un momento antes de dirigirse a ellos.
-Señor conde -saludó con cortesÃa-. Espero que su presencia esta noche junto a su... invitada, sea solamente agradable.
¿Verdad?
-No soy su invitada, soy su prometida -replicó Sabrina pero James ni la miró.
-Mantengo mi sentencia -le dijo al conde- Manténgala controlada, por favor.
Se alejó de ellos, pero no habÃa pasado mucho antes de que la mala suerte lo hiciera encontrarse de nuevo con Sabrina en uno de los salones.
-Tampoco tiene que huir de mÃâmurmuró ella-. A fin de cuentas ya no tenemos por qué ser enemigos.
James apretó los labios con impaciencia.
-Déjame adivinar entonces, viniste a darme un hermoso consejo como mi amiga -contestó James con sarcasmo.
-PodrÃa, ciertamente podrÃa advertirte muchas cosas importantes... -murmuró ella rodeándolo.
-A ver, sorprendeme. ¿Cosas como qué, Sabrina?
-Cosas en las que no has pensado -sonrió ella-. Cosas como que Maddi terminará engañándote porque se parece demasiado a ti.
-¿Disculpa?-siseó James entre dientes.
-Lo que oiste -rio Sabrina-. Maddi terminará contigo peor de lo que yo lo hice, acabará acostándose con otro y traicionándote.
James bufó con asco.
-Sabrina, te juro que si esto fuera una novela te acusarÃa por abuso del cliché -le espetó con desprecio -. Me dejaste, me demandaste, me drogaste, ¿y ahora quieres hacerme dudar de la mujer que amo? ¡Por favor! -miró al cielo y abrió los brazos.
¡Escritora, ¿cuándo vas a quitarme a esta puñetera arpÃa del camino?! 11 Sabrina se cruzó de brazos con molestia, pero cuando James volvió a posar sus ojos en ella le sonrió con sorna.
-Eso, tú llámame arpÃa, pero en el fondo no eres mejor que yo, solo eres un maldito egoÃsta -siseó- Maddi es exactamente como tú cuando se trata de niños: tierna, dulce, maternal... la diferencia, querido, es que ella Sà puede tener hijos. 1 James sintió que su boca se secaba ante aquel comentario y apretó los puños.
-¡No me digas que no lo has pensado! Ella llegó a ti por un vÃnculo que según escuché... ya no existe. El bebé se perdió, pero tú la retuviste a ella. Le estás impidiendo ir a hacer su vida junto a un hombre que pueda darle lo que tú no vas a poder...
-¡Callate Sabrina!
-¡Entonces lo pensaste! -rio ella-. No eres estúpido, esa idea tuvo que haber cruzado tu cabeza en algún momento y aun asà decidiste mantenerla a tu lado. Ella es una mujer fértil, que podrÃa tener hijos propios si quisiera... pero tú solo eres un madito egoÃsta que se lo va a impedir.
James le dio la espalda para marcharse pero se detuvo con un impulso.
-¿Si sabes que no principal para cualquier noble de la aristocracia inglesa es tener descendencia? -le gruñó-. ¿Ya leÃste la letra pequeña del contrato prematrimonial? ¿Ya aceptaste que vas a tener que dejar tu carrera y parirle, o de lo contrario te va a echar a la calle sin un centavo?
-¡Voy a ser una condesa!
-¡Vas a ser una yegua de crÃa con un tÃtulo nobiliario! Y tú y y sabemos que no serás feliz jamás si debes tener hijos. ¡Asà que felicidades, Sabrina! Parece que después de todo la vida le da a todo el mundo lo que se merece! ¡Feliz matrimonio... y lárgate de mi propiedad de inmediato!
Se alejó de ella con la rabia ardiéndole en la sangre. No dudaba de Maddi, jampas dudarÃa de ella de ninguna manera. QuerÃa pasar el resto de su vida con ella, por eso esa misma noche iba a proponerle matrimonio...
Sin embargo no tenÃa idea de cuánto daño habÃan hecho las palabras de Sabrina en su subconsciente, al punto de que cuando tuvo delante a la mujer que amaba y metió la mano en su bolsillo para agarrar aquel anillo de compromiso... no se atrevió a sacarlo.