Chapter Capítulo 193
La Novia Equivocada Novela de Day Torres
ATRACCIÃN PELIGROSA. CAPÃTULO 42. Un striptease laboral Nahia venÃa tomando su café. VenÃa tomando su café, tranquila. VenÃa tomando su café caliente.
Y todo lo escupió en el momento en que abrió aquella puerta y se encontró a Aaron semidesnudo frente a ella.
¡A ver... lo semidesnudo no era lo peor!
Hasta pantalón llevaba, solo se habÃa quitado la camisa... el problema era dónde se la habÃa quitado, porque Nahia estaba bastante segura de que aquel era el despacho de su cuñada, Maddi. 2 Lo miró con ojos desorbitados y él le dedicó una sonrisa bastante inocente.
Nahia pestañeó varias veces y se inclinó para ver a Maddi allà sentada en su silla detrás del escritorio.
-¡Ni siquiera quiero saberlo! -murmuró dándoles la espalda, pero antes de que llegara a la puerta él corrió hacia ella y la cerró para que no saliera.
-¡Espera...!
-¿¡Tú que diablos haces aquÃ!? ¿En la oficina de mi cuñada? ¿¡Y sin camisa!? 1 -Es que le estaba enseñando mi brazo mec...
¡Es que no quiero saber ni por qué! -replicó ella. ¿No nos dijimos adiós hace dos semanas? ¿No dijiste que ibas a hacer algo bueno con tu vida? 1 -¡Es lo que intento! -replicó él.
-¿Dándole medias horas de placer a gerentes desesperadas? ¡Esto no es un maldito programa de televisión, Aaron...! 4 -¡Pero es que...!
-¿¡Y te puedes poner la puñetera camisa de una puñetera vez!? -le gritó y él se quedó un poco impactado. 2 Nahia respiraba entrecortadamente, furiosa, y él no sabÃa por qué, pero era mejor que la tristeza que habÃa visto antes en ella, allá en Oddesa.
-Vine a pedir ayuda para un programa con el que, valga la redundancia, pretendemos ayudar -murmuró él.
-¡No me interesa!
-A los niños -dijo Maddi alzando la voz y Nahia cerró los ojos.
Ese era su punto débil y Nahia era muy consciente de eso. Cualquier cosa que tuviera que ver con ayudar à los niños, más si eran del orfanato, ella no podÃa rechazarlo.
Aaron se puso la camisa de prisa y la arremangó sobre los antebrazos. La vio respirar profundo y poner el café sobre el escritorio de Maddi.
-¿Es obligatorio tratar contigo? -le preguntó con más calma y Aaron abrió la boca un par de veces, pero finalmente dijo la verdad.
-No, yo solo vine a vender la idea -murmuró-. Necesitaba explicarle a Madisson lo que queremos hacer y cómo funcionaria...
pero después mi hermano puede hacerse cargo del proyecto.
Nahia respiró profundamente y asintió.
-De acuerdo. ¿Cuál es esa idea? -preguntó sin mirarlo.
Aaron se humedeció los labios y comenzó a explicarle.
-Bueno... cuando estaba haciendo la rehabilitación por lo del brazo, conocà en terapia a muchos niños que también habÃan perdido... alguna parte de su cuerpo. Si para nosotros como adultos es difÃcil, para eltos mucho más, asà que cuando Caleb me construyó esto... âdijo levantando su brazo mecánico, y vimos que funcionó bien, comenzamos un proyecto para hacerlo en versiones personalizadas más pequeñas.
Nahia lo escuchaba atentamente.
-¿Es absolutamente funcional? Tu brazo -le preguntó y él sonrió con delicadeza.
-SÃ, lo es. Es perfecto, o al menos todo lo que puede serlo sin ser humano. Está conectado a miles de redes neuronales, asà que responde muy bien -aseguró moviendo los dedos frente a ella.
Nahia sintió un nudo en la garganta. No sabÃa absolutamente nada sobre su recuperación, pero eso no habÃa sido culpa suya.
-Si es tan perfecto, me imagino que debe costar mucho -murmuró.
-Doscientos mil la pieza, pero el costo es lo de menos -replicó él-. El problema es que no puede desmontarse-. No es algo que te quitas y te pones. Hay una pieza externa que se puede ajustar en tamaño, pero la interna, la que debe subir hasta el hombro, esa tiene que colocarse con una operación, es permanente.
Nahia arrugó el ceño, comprendiendo que su recuperación habÃa sido más intensa de lo que ella jamás habÃa imaginado. Ni siquiera sabÃa lo que sentÃa sobre eso, solo que el corazón le latÃa con mucha fuerza en el pecho.
-Disculpa, pero sigo sin entender por qué estás aquà -murmuró.
-Bueno, ya hay varias familias que han tomado la opción para sus hijos, pero hay muchos niños. discapacitados que no tendrÃan cómo acceder a esto le explicó Aaron-. Caleb hizo una búsqueda, hay ochenta y siete niños en orfanatos que sufren una discapacidad similar.
Maddi se levantó y se acercó a ellos, por lo que la atención de Nahia se giró hacia su cuñada.
-El problema ès que los otros orfanatos no tienen los recursos que nosotros tenemos -le confirmó Maddi-. Albergar a ochenta y siete niños, contratar enfermeras, médicos, terapeutas. Aaron y su hermano se ofrecieron a donar las unidades y el equipo médico donarÃa las cirugÃas... pero aun asà se necesita mucha infraestructura para poder devolverle una vida completa a esos ochenta y siete niños, y sabes de sobra que ningún otro orfanato en este paÃs tiene nuestros recursos.
Nahia apretó los labios. PodÃa entenderlo, pero tener a Aaron cerca, aunque fuera por la causa más noble del mundo, era difÃcil para ella. 1 -¿No podÃas hacer todo esto en Ucrania? -lo interrogó y él negó mirándola a los ojos.
-El equipo médico que hace la cirugÃa está aquÃ, en Inglaterra -murmuró-. Podemos trasladar niños desde Ucrania, pero igual necesitarÃan dónde quedarse, quién los atienda.
La rnuchacha respiró profundamente y miró a Maddi.
-¿Tú estás de aucerdo con esto? -le preguntó.
-TodavÃa no, hay mucho que valorar, necesito reunir a la familia y discutirlo, hablar con el equipo médico, el equipo legal... falta mucho para decidirme a hacer esto -sentenció. Pero sÃ. Es una posibilidad que tomaré si todo resulta ser correcto.
Aaron tomó su chaqueta que estaba en una butaca y levantó su brazo mecánico para despedirse.
-Supongo que todo lo demás lo podrás ver con Caleb le dijo a Maddi-. Otra vez, gracias por recibirme. Nahia... -se giró hacia ella y la muchacha se estremeció, conteniendo el aliento. Lamento lo del café. ¿Me dejas comprarte otro?
Ella arrugó el ceño con incredulidad y negó.
-No, no hace falta... de verdad.
-¿Puedo insistir?
-Bueno... la cafeterÃa que me gusta está a quince minutos por la salida sur de la propiedad. Me gusta el capuchino de caramelo -murmuró ella y él sonrió saliendo apurado.
Maddi le torció los ojos a Nahia.
-¿Cuándo abrieron ahà una cafeterÃa? -la regañó.
-Nunca, se va a encontrar un puticlub gay y lo más parecido a un capuchino que le van a ofrecer es una cerveza con vello púbico -replicó ella-. ¿Y ahora me quieres explicar cómo es eso de que aceptas que venga y te haga un striptease laboral?
Maddi se ahogó de la risa. Nahia podÃa decir lo que quisiera, pero era la primera vez en dos años que la escuchaba levantar la voz y comportarse como un ser humano. SabÃa que Aaron la habÃa lastimado, pero eran miles las parejas que se lastimaban y debÃan hacer un esfuerzo por recuperar su amor, por superar el rencor y el dolor, si de verdad era que se querÃan.
Y ellos dos no eran la excepción. Ninguno se iba a olvidar del otro tan fácilmente aunque trataran con todas sus fuerzas de esconderlo.
-Nahia, ya sé que es un idiota y que se portó muy mal contigo -dijo con un suspiro-, pero es el idiota que salvó mi vida, y la vida de mis hijos. Lo menos que puedo hacer es escuchar su idea. Además soy la directora de este orfanato, tú puedes destrozarlo a sartenazos, pero sé que si viene con una opción para mejorar la vida de niños discapacitados, estoy segura de que tú serÃas la primera en aceptar.
Nahia hizo un puchero, porque sabÃa que era verdad. Asintió y se quedó hablando durante un rato con Maddi antes de salir, de cualquier forma ella tenÃa razón, faltaba mucho para que aquello se concretara.
De camino al estacionamiento vio a su madre correr hacia ella y suplicó con todas sus fuerzas para que no le preguntara nada, pero apenas Meli llegó, ya sabÃa que lo habÃa visto.
-Está muy mal decirlo -murmuró y Nahia le torció los ojos. ¡Ya lo sé, te estoy diciendo que está mal decirlo! ¡Pero está muy guapo y vino a reconquistarte! (6 Nahia acabó de escupir la otra mitad de su café sobre su madre y Meli se sacudió.
-Y yo que pensé que lo de escupirme habÃa acabado cuando tenÃas seis meses... -murmuró. 2 -¿Estás loca, mamá? -la increpó ella-. ¡No digas eso ni jugando! ¡Claro que Aaron no vino a reconquistarme ni nada por el estilo! ¡Además yo no quiero que el imbécil ese me reconquiste! ¡Solo vino a hablar con Maddi y ya no vendrá más!
Su madre se encogió de hombros.
-Bueno, creo que eso no fue lo que le dijo a tu padre cuando lo amenazó con la escopeta -replicó.
-¿¡Mi padre lo amenazó con la escopeta!? -gritó Nahia-. ¿¡Dónde están!?
-No lo sé...
-¡Mamá dime! ¿¿Dónde están!? -la increpó y Meli señaló a su cabaña solo un segundo antes de que Nahia saliera corriendo hacia allá.
-Mmmm... no quieres que te reconquisten ¡mis huevos!