Chapter Capítulo 71
La Novia Equivocada Novela de Day Torres
CAPITULO 71. La señora King... no es generosa Viajar era espectacular, pero no habÃa nada, absolutamente nada como esa sensación de regresar a casa. En cuanto Nathan y Meli atravesaron la puerta, se vieron envueltos en una oleada de abrazos y besos de sus hijos. Felices de estar de vuelta, los dos pasaron el resto del dÃa poniéndose al dÃa con los niños y disfrutando de la emoción de estar de nuevo en casa.
Durante las siguientes semanas, Nathan y Meli se encontraron con una cómoda rutina de trabajo, escuela y tiempo con sus queridos hijos. Todas las mañanas, se levantaban temprano y desayunaban todos juntos, escuchándole a Rex las peripecias de su noche anterior. Rápidamente volvÃan a lanzarse de cabeza a todas sus responsabilidades sin saltarse nada, pero aprovechaban todas las oportunidades para crear recuerdos duraderos juntos, ya fuera para ir a tomar un helado o para hacer una excursión de fin de semana a algún lugar nuevo y emocionante.
A medida que pasaban los dÃas, Nathan y Meli se sentÃan más agradecidos que nunca por todas las bendiciones que tenÃan en sus vidas. No podÃan dejar de maravillarse por la suerte que tenÃan de contar con una familia tan maravillosa que siempre les apoyaban y les hacÃan sentirse queridos y apreciados. Y aunque la vida era ajetreada y a veces estresante, sabÃan que al final todo merecÃa la pena.
No sabÃan si los Bishop se habÃan incorporado a los Bishop, pero lo cierto era que todos los viernes en la noche, ninguno se perdÃa los juegos de Rex en el Super Bowl, y los sábados, era el señor Wayne el único que podÃa tocar aquel asador so pena de escobazo de Sophia.
Sobra decir que los Patriots estaban arrasando en el campeonato de ese año, y cuando tenÃan que moverse para jugar fuera de la ciudad, la familia entera se movÃa en masa.
Meli iba ya con su semestre de la universidad bien adelantado y Nathan ya se sentÃa como un pez en el agua en la ciudad.
Ãltimamente los negocios iban muy bien, y eso hacÃa que se sintieran más relajados. Unos meses de paz eran como una bendición, pero todavÃa les quedaba la preocupación sobre el juicio de Marilyn. El fiscal habÃa tenido que retrasarlo en dos ocasiones por solicitudes del abogado defensor, y eso ya estaba poniendo a Nathan un poco nervioso. Sin embargo confiaban en que el fiscal pudiera mantener a aquella mujer en la cárcel durante bastante tiempo.
Mientras, la vida seguÃa, feliz y simple para aquella familia, pero por desgracia no serÃa por mucho tiempo. Meli supo en el mismo momento en que abrió aquel sobre.
La familia estaba regresando de uno de los juegos de Rex, cuando Meli sacó la correspondencia del buzón y fue revisándola hasta llegar a la casa. Un sobre color crema de aspecto lujoso estaba entre otras cartas, y Meli lo abrió con curiosidad, sacando una invitación de bodas. De inmediato sus ojos se dirigieron a Nathan y él supo leerla, interpretarla y ocupar a los niños para subir las escaleras tras ella y encerrarse juntos en el despacho.
â ¿Qué pasa? â preguntó preocupado. â Nos llegó una invitación â respondió Meli sacudiendo el sobre â Parece que es muy importante âmurmuró Nathanââ ¿De quién es? 1 â El gobernador y su futura esposa nos invitan a su boda.
Nathan arrugó el ceño porque tenÃa que haber más, mucho más, aquella expresión molesta de Meli no era por gusto. 1 â¿Y eso es malo por...? â preguntó él âMira quién es la novia â siseó Meli entregándole la lujosa invitación en blanco y doradoâ.
Creo que ni siquiera soy capaz de asimilar la noticia. La invitación era para la boda del gobernador Thomas Bharon, el mismo hombre que habÃa sustituido al antiguo gobernador, fallecido en un accidente automovilÃstico hacÃa poco más de dos meses.
Nathan leyó la invitación y maldijo entre dientes.
â 2¡Es una put@broma!? ¡Stephanie!? ¿¡El gobernador se va a casar con tu prima!?
Debajo del nombre de Thomas Bharon, figuraba como novia de la boda Stephanie Wilde.
â¡No puedo creerlo! ¿¡Qué demonios puede ver cualquier hombre en Stephanie!? âexclamó Nathanâ. Bueno, es un polÃtico, eso deberÃa ser respuesta suficiente â rezongó mientras Meli lo miraba interroganteâ. Cariño, si ese hombre está en la polÃtica solo significa que es una basura rastrera, ladrón por naturaleza, envidioso por convicción, traidor por deporte y vividor por hobby.
Alguien asà claro que se fijarÃa en Stephanie y más si ve la posibilidad de apoderarse de algo que no es suyo a costa de otros.
2 â¡Ah! ¡Lo olvidaba! âexclamó Meli aplaudiendo con sarcasmoâ. ¡Esa es la especialidad de mis tÃos!
â¡Exacto! âgruñó Nathan apoyándose en uno de los escritorios con los brazos cruzadosâ. La cuestión es por qué diablos nos invitaron. Tu tÃo tuvo que salir huyendo de la ciudad por todo el dinero que te debÃa. ¿Por qué invitarte ahora a la boda de Stephanie?
Meli se encogió de hombros.
âQuizás ahora ya tienen con qué pagarme, después de todo tendrán un yerno poderoso â murmuró.
1 â Lo dudo, los polÃticos viven de patrocinadores, Meli, dudo que el tipo tenga esa cantidad como para pagar por la deuda de su suegro querido. Hicieron silencio durante algunos minutos, pensativos los dos, hasta que Nathan hizo la pregunta del milenio.
â ¡Vamos a ir?
â No lo sé â suspiró Meli con indecisión â. No sé cómo podrÃamos mirar a la cara a esa gente después de todo lo que hicieron, pero es peor no saber lo que están tramando. ¡Porque te lo aseguro, Nathan, algo están tramando!
âCreo que tienes razón âasintió Nathan con determinaciónâ. Y si nos quedamos al margen de la situación, no lo podremos detener. Vamos, vayamos y averigüemos qué es lo que sucede. AsÃ, decidieron asistir a la boda para tratar de descubrir en qué andaba Stephanie. Las dos semanas que siguieron fueron relativamente tranquilas hasta que llegó aquel domingo. La boda del gobernador era toda una noticia, asà que Nathan y Meli se habÃan vestido en consecuencia. Nathan llevaba un traje negro y Meli un vestido azul de seda que le llegaba hasta los pies. Nathan estaba ansioso e irritable. No podÃa dejar de pensar en la última vez que habÃan interactuado con los Wilde, hacÃa ya dos años. Aquiles y Heather eran gente despreciable, miserables ladrones, y Stephanie no era mejor.
Meli, por su parte, no podÃa evitar sentirse nerviosa. No era solo por ver a Stephanie otra vez, sino también por tener que confrontar a sus tÃos. Sin embargo, estaba determinada a descubrir qué es lo que estaban tramando y para eso debÃan poner su mejor cara de póker.
â No dudo para nada que nos echen en la misma puerta de la iglesia, solo por darse el gusto de hacernos un desprecio público âgruñó Nathanâ¿Seguro que tenemos que entrar?
â Bueno, si nos echan nos vamos a comer una hamburguesa y listo, pero mientras tanto yo voy a meter mi carota en esa iglesia y voy a incomodar a la estúpida de Stephanie con mi existencia. ¿Te parece?
âSÃ, señora â rio Nathan ofreciéndole su brazo y poco después entregaban su invitación. Para su sorpresa los dejaron entrar a la iglesia y ellos se acomodaron para presenciar la ceremonia, Las siguientes dos horas fueron un sufrimiento eterno para Nathan, que se durmió dos veces oyendo al cura. Stephanie de verdad se veÃa radiante, y Aquiles Wilde solo habÃa mirado en dirección a su sobrina una sola vez, y con la expresión más despectiva del mundo. Heather, por su parte, no paraba de moverse nerviosa en su asiento y solo parecÃa estar pendiente de la puerta.
â Parece un perro con bichos â murmuró Nathan en el oÃdo de Meli.
â Debe estar esperando a que la policÃa entre por esa puerta y arreste a su marido ârespondió Meli en un susurroâ.
Honestamente yo espero lo mismo.
Al finalizar la ceremonia, Meli tuvo que despertar a Nathan para que se levantara y siguiera a la multitud.
â¿Estás bien? â le susurró Meli al oÃdo mientras caminabanâ, ¿te has dormido?
âSÃ, pero es que es insoportable â murmuró él devolviéndole el gestoâ. No soporto verla tan ... feliz. Si supieran todo lo que hizo para llegar hasta aquÃ...
â Ya lo sé â dijo Meliâ, pero si no nos controlamos vamos a terminar haciendo una escena y no podemos... al menos no todavÃa.
Se dirigieron junto al resto de los invitados hacia el salón de la recepción, y toleraron por un breve tiempo todo el espectáculo.
Sin embargo no tendrÃan que esperar por mucho tiempo, porque poco después los mismos novios se acercaron a ellos.
â Señor y señora King âsaludó el gobernadorâ. Un placer conocerlos. No tenÃa idea hasta hace muy poco de que estamos emparentados.
Nathan y Meli saludaron con educación estrechando su mano.
âGobernador Bharon, un placer. Pero creo que hay una confusión âdijo Meli con suavidad Compartimos apellido, pero no estamos emparentados. Vine hoy con mi esposo para honrar su invitación, pero con darle mis felicitaciones a usted, doy por cumplido con mi compromiso social. Felicidades, señor gobernador, por su boda. Ahora con su permiso, nos retiramos. Se colgó del brazo de Nathan, pero apenas hizo ademán de irse cuando el gobernador hizo otro para detenerla.
âSeñora King, por favor...
â¿SÃ? Meli lo miró con frialdad, y el Gobernador se dio cuenta de que no serÃa una mujer fácil de llevar.
âSi me disculpa, por favor âfarfulló intentando sonreÃr â. Pero hoy es realmente un dÃa muy especial, ¿no cree que ya es tiempo de limar asperezas con su familia?
De la boca de Meli salió una sola palabra:
â No.
Nathan miró atentamente al Gobernador. DebÃa tener unos cuarenta años, se veÃa ambicioso y acostumbrado a salirse con la suya, la cuestión era cuál era âla suyaâ en aquel caso.
â Señora King... el rencor no es bueno âsonrió Bharon con una expresión encantadora que hizo a Meli achicar los ojos con sospechaâ. Hay cuestiones que es mejor dejar en el pasado...
â¿De verdad? ¿Cómo cuáles? â preguntó Meli sonriendo con sornaâ.¿Como el hecho de que me hayan tratado como una criada toda mi vida mientras se robaban mi herencia? Stephanie se puso roja de la rabia, pero el gobernador no se inmutó, lo cual le confirmó a Nathan sus sospechas: el tipo ya lo sabÃa.
â Fue un hecho lamentable â le dijo el Gobernador, intentando mantener intacto su encanto frente al muro de sarcasmo que era Meliâ, pero es de sabios perdonar.
â¿Por qué mejor no va al grano, señor gobernador? â siseo Nathan con impacienciaâ. Si está intentando que mi esposa le perdone a Aquiles Wilde los siete millones de dólares por daños punitivos que le impuso el tribunal, ¿por qué no se lo pide directamente?
La cara del Gobernador se ensombreció y el hombre apretó los dientes. Estaba acostumbrado a las sonrisas falsas de la polÃtica, no a que le hablaran de frente.
â Ese serÃa un gesto muy generoso de parte de la señora King âdijo finalmente. Después de todo ella no necesita ese dinero y le facilitarÃa mucho la vida a mi suegro. Meli sonrió, se acercó a él despacio y lo miró a los ojos antes de decirle:
â Hay algo que debe saber, señor Bharon. La señora King no es generosa, y no tiene ninguna intención de facilitarle la vida a Aquiles Wilde.
âCon eso quise decir que facilitarÃas mi vida â siseo el hombre tuteándola y Nathan dio un paso de advertencia hacia él. No tenÃa que librar las batallas de Meli pero no iba a dejar que aquel imbécil se propasaraâ. DeberÃas pensarlo bien, después de todo, yo soy el gobernador ahora.
âEntonces debió pensar mejor con qué familia se unÃa, señorrrrr gobernadorrrr â siseó Meli â. Y si tanto quiere facilitarle la vida a un ladrón... entonces pagueme usted mismo.
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