Chapter Capítulo 72
La Novia Equivocada Novela de Day Torres
CAPÃTULO 72. ¡Yo no me quedo con los brazos cruzados! Thomas Bharon paso por todos los colores del arcoÃris mientras Amelie lo miraba a los ojos. â¿Está segura de lo que está diciendo, señora King? â siseó entre dientes y Meli achicó los ojosâ.
Usted parece una mujer inteligente, ¿le parece inteligente enemistarse con el gobernador? Meli sonrió con incredulidad. Era el mismo discurso de arrogancia vacÃa de su tÃo Aquiles, el ejercicio de poder de quien quiere creer que realmente lo tiene. Solo era copia más joven de Aquiles Wilde, con razón se habÃa interesado en Stephanie, estaban todos cortados por la misma tijera.
â DÃgame una cosa, señor Bharon, ¿usted cómo llegó a gobernador? â preguntó Nathan y aquel hombre se puso lÃvido mientras apretaba los puños con impotenciaâ. ¿Está olvidando que su posición es temporal, solo hasta las siguientes elecciones, que serán en tres meses?
â ¿Qué está insinuando, señor King? âgritó Thomas enfurecido, haciendo que muchos invitados se giraron hacia ellos. Yo soy el gobernador, ¿acaso no lo entiende? ¿Está tratando de difamarme?
â Para nada, solo querÃa hacerle notar que no deberÃa ponerse cómodo en un cargo que no va a durarle mucho tiempo â
sentenció Nathanâ, pero ahora que me fijo bien, su nerviosismo no lo ayuda, señor Bharon.
â¡Largo de aquÃ! âespetó el hombre con rabia mientras Stephanie levantaba la barbilla a su lado, orgullosa y satisfecha-.
¡Vayanse de mi boda! ¡No permitiré que me insulten!
Nathan y Meli se miraron a los ojos y se encogieron de hombros antes de darse la vuelta y marcharse de allà con paso calmado.
â La verdad yo no lo insulté, solo dije que su posición es temporal...
âAdemás no dijiste ninguna mentira âreplicó Meli cuando salÃan del edificio -. La muerte del anterior gobernador fue un accidente, pero sin ella, Thomas Bharon no habrÃa podido acceder a ese puesto como suplente âmurmuró pensativaâ. No sé tú, pero cuando Aquiles y Stephanie están en medio, yo ya no dudo nada.
Nathan le abrió la puerta del auto y luego se miraron.
âArranca suavecito y prueba los frenos, solo por si acaso âmurmuró Meli y Nathan obedeció, porque él tampoco dudaba nada ya.
Pasaron por su hamburguesa, y ni se inmutaron por estar en medio de un restaurante casual con aquella ropa, Meli era la persona más desinhibida del mundo y lo hacÃa sentirse de la misma manera. 1 â Nathan, ¿finalmente llegaron a alguna conclusión sobre el asunto del accidente que tuviste hace un par de años? â preguntó Meli de repente, âNo, solo que no fue un accidente âel detective Hollis trató de investigar el caso de tu madre, pero fue hace demasiado tiempo, apenas se dictó el informe oficial del accidente, el auto fue devuelto al dueño que correspondÃa, o sea a ti, manejado por tu tÃo, y acabó destrozado en un depósito de chatarra pocas semanas después. El detective no pudo hacer nada para profundizar en esa investigación. Lo siento, Meli.
La muchacha suspiró con frustración, la verdad no esperaba otra cosa, pero era insoportable no poder probar sus sospechas.
â No importa, igual tengo esta sensación de que mi tÃo y Bharon metieron la mano en la muerte del pobre gobernador.
â ¡Y yo tengo la sensación de que esto solo acaba de empezar! â replicó Nathan y no se equivocaba.
Las siguientes semanas fueron tensas, incómodas, mientras ellos permanecÃan atentos y trataban de no transmitirle aquella ansiedad a los niños. Thomas Bharon todavÃa no hacÃa ningún movimiento, pero eso los tenÃa todavÃa más alertas. Finalmente, la bomba estalló casi tres semanas después, cuando Meli entró a la oficina de Nathan y lo encontró gritándole a otro hombre como un poseso.
â¡Eso no puede ser! ¡Es imposible!
Meli lo miró asustada y se dio cuenta de que el hombre que estaba frente a él era el Fiscal de Distrito.
â¿Nathan? ¿Qué está pasando? â preguntó. â¡Marilyn! â replicó el furioso. ¡Dice el Fiscal que va a salir! Meli se puso lÃvida de inmediato.
â ¿Salir? ¿Cómo que salir...?âsiseó Meliâ. ¡Esa mujer secuestró a mis hijos!
âLo sé, pero no la capturaron llevando a los niños, solo tiene en contra la declaración de varias personas al azar, y por desgracia Rex no pudo ver la cara de quien lo apuñaló â le explicó el fiscal, frustrado también. â ¡Pero ella confesó! ¡Ella confesó, lo hizo delante de mÃ, delante de las cámaras de la policÃa! âexclamó Nathan y el Fiscal pasó saliva con impotencia.
â La grabación desapareció del depósito de evidencias de la policÃa y ahora ella lo niega todo. Voy a intentar procesarla, pero la verdad es que tiene muchas posibilidades de ganar el juicio y salir en libertad... eso si alguien no mueve antes sus hilos y no llegamos a juicio. 1 â ¿Qué quiere decir con eso?
â No sé, pero creo que alguien muy poderoso está protegiendo a Marilyn. Quizás sea su abogado o... no lo sé, pero hacer desaparecer evidencia del depósito no es un trabajo de principiantes. Algo me dice que ella no va a ir a la cárcel, sus posibilidades de ganar ahora son muy altas, y si ella sale en libertad podrÃa llegar a hacer mucho daño. Meli miró con horror a Nathan y sintió un escalofrÃo frÃo recorrerle la espalda, porque sabÃa exactamente quién estaba detrás de todo aquello. Les dio la espalda y salió corriendo de allÃ. Nathan apenas alcanzó a verla cuando se subÃa a su auto y ya imaginaba a dónde iba, asà que la siguió.
Veinte minutos de tráfico después, Meli empujaba la puerta de la oficina del gobernador en el ayuntamiento, sin importarle todas las personas que habÃa adentro. â ¡¡Tú hiciste esto!? âdijo sin molestarse en las fórmulas de respeto. â No sé de que hablas sonrió con sorna Bharon y ella se dio cuenta de inmediato de que sà lo sabÃa.
2.4 â¡Marilyn! ¡Marilyn Pax! â siseó Meliâ. ¿¡La estás ayudando, verdad!? El gobernador hizo una mueca y luego les pidió a todos que los dejaran solos. â Le advertà que no debÃa enemistarse con el gobernador, señora King â ladró el hombre con satisfacción. A veces la gente como usted no sabe que debe salir del camino de hombres como yo.
Meli lo miró con incredulidad.
â¿¡Manipulaste evidencia de un caso criminal de secuestro de menores solo para demostrarme que no debÃa meterme contigo!? âespetó Meli â ¿¡Vas a permitir que una secuestradora y asesina salga libre solo para validar tu punto!?
â No se trata de validar un punto, se trata de demostrar un hecho, esta es mi ciudad ahora, yo soy el gobernador, y si no me trata con respeto, tendrá que asumir las consecuencias. Meli lo miró a los ojos por un segundo y lo que vio le revolvió el estómago.
âPues el hecho que acaba de demostrar es que es un corrupto asqueroso, ególatra de mierd@ con complejo napoleónico, que usa el poco poder que tiene en las manos para aplastar a los que no lo obedecen. ¿Pero sabe qué? Este paÃs es una puñetera democracia, y no hay nada más hermoso que la libertad de expresión âsiseó Meli ââ ¿Usted quiere jugar? ¡Bien! ¡Vamos a jugar! Que tenga buen dÃa, gobernador. Meli salió de allà hecha una furia, solo para encontrarse con su esposo que corrÃa hacia la puerta.
âAmor... ¿estás bien?
â Perfectamente âdijo Meli apretando los dientesâ. Fue él, Nathan. Ãl está ayudando a Marilyn solo porque no quise someterme a su deseo, porque no le perdoné la deuda a Aquiles. i Marilyn va a salir libre por su culpa! 1 Nathan gruñó apretando los puños, él también se sentÃa muy impotente por eso. Con Marilyn suelta, tendrÃan que estar mirando por encima del hombro toda la vida, no habrÃa descanso para ellos ni para sus hijos, porque solo estarÃan esperando el momento en que ella los lastimara de nuevo.
â Tenemos que hacer algo, Meli...
â¡Pero claro que vamos a hacer algo! âexclamó ellaâ. ¡Yo no me quedo con los brazos cruzados viendo como esa asesina sale libre! â Se quedó pensativa por algunos segundos y luego vio sonreÃr a Nathanââ ¿Qué?
â ¿Sabes cuál es el problema de la gente como Thomas Bharon?
â ¿Cuál?
âQue son demasiado arrogantes como para dudar de sà mismos, creen que la gente tiene que obedecerlos solo porque ellos lo dicen, y no pueden aceptar que otras personas sean más inteligentes. ¿Qué crees si le damos a Bharon una probadita de opinión pública, a ver si se le bajan los humos?
Meli sonrió y esa misma noche se pusieron a prepararlo todo. Estaban enojados y frustrados, y más que eso, estaban preocupados por la posible liberación de Marilyn. Nathan y Meli no podÃan permitir que el gobernador manipulara el sistema judicial de aquella forma, y ellos estaban decididos a hacerla caer.
Convocaron a una rueda de prensa para el dÃa siguiente, y cada periodista se la ciudad se apresuró a confirmar su participación, porque Amelie y Nathan King eran un par de personalidades en aquella ciudad. Cuando llegó la hora de la conferencia, la sala estaba abarrotada de periodistas. Meli fue la que se acercó al podio lleno de micrófonos y se dirigió a ellos, mientras Nathan se detenÃa tras ella, mostrando su respaldo.
â Como muchos de ustedes sabrán, mis hijos Sophia y James fueron secuestrados hace pocos meses. Gracias a los valientes habitantes de esta ciudad, lograron ser rescatados de las garras de la mujer que los secuestró: Marilyn Pax, quien está esperando su juicio en el correccional de la ciudad. Sin embargo, el Fiscal de Distrito nos anunció ayer que el caso posiblemente ni llegue a juicio, ya que las evidencias y la confesión de la secuestradora de mis hijos ha desaparecido.
Todos los periodistas la escuchaban atentamente, anotando con rapidez en sus libretas las preguntas que querÃan hacerle después de que ella terminara su declaración.
â Probablemente se pregunten por qué estoy aquÃ, si para denunciar la corrupción en el sistema o para pedir justicia â continuó Meliâ. Pero no es asÃ, estoy aquà para denunciar al hombre detrás de todo esto: el gobernador Bharon. â Los murmullos y exclamaciones se extendieron por todo el salón y los camarógrafos y periodistas parecÃan emocionados porque aquella noticia era una bombaâ. Para que puedan entenderme deben saber algo sobre mÃ: quedé huérfana a los diez años, mi tutor legal desde entonces, mi tÃo Aquiles Wilde, malverso la herencia de mis padres y trató de robármela; hasta que un tribunal me la devolvió y le impuso un pago de siete millones de dólares en daños punitivos âdeclaró Meli con la voz pausadaâ. Hace algunas semanas, durante la boda de Thomas Bharon con mi prima Stephanie Wilde, el gobernador me exigió que perdonara la deuda de su suegro para que no siga siendo un prófugo de la justicia. Yo me negué, a pesar de sus advertencias de que era un hombre poderoso y no debÃa enemistarme con él. Ayer me demostró que sÃ, es un hombre poderoso, pero su poder radica en la corrupción de un sistema que deberÃa protegernos, iporque dejar libre a una secuestradora y asesina no es poder, es corrupción...! La puerta del salón se abrió con violencia y todos vieron entrar al gobernador Bharon, rojo como de la ira, rodeado por su equipo de seguridad y varios policÃas.
â¡Arreste a esta mujer! âexclamó Bharon mirando a uno de ellos y el oficial dudó. â¿Bajo qué cargos, señor gobernador? â le sonrió Meliâ. Me acojo a la Primera Enmienda, solo ejerzo mi derecho a la libertad de palabra, de prensa y de reunión. Y si tiene dudas, aquà hay un salón lleno de expertos en ese tema â dijo la muchacha señalando a los más de cincuenta periodistas, que giraron los micrófonos hacia él en un segundo y lo miraron con desagrado.
â¡Te voy a acusar por difamación! â le escupió Bharon. â¡Hágalo! âreplicó Meli â. Veremos qué le preocupa más a la opinión pública de esta ciudad: una madre reclamando justicia, o un gobernador apoyando a una asesina. ¿Quiere apostar, señor Bharon?
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