Chapter 224
Resistiendo al amor de Mi Ex-Marido
CapÃtulo224 Pedro el ceño fruncido de Bella y, por supuesto, adivinó la razón.
Llamó por teléfono a Miguel y le preguntó si habÃa alguna farmacia cerca para que comprara unas pastillas para el estómago y digestivos.
Bella escuchó las palabras de Pedro y, sin querer, recordó su vida anterior.
A veces, debido a la dieta estricta, también tenÃa episodios de dolor de estómago.
Aquella noche, Pedro estaba en casa y cuando ella le llevó la leche, el dolor de estómago le hizo palidecer tanto que incluso casi derramó la leche.
Pero Pedro ni siquiera le preguntó qué le pasaba, simplemente le ordenó salir con frialdad.
Sin embargo, esta vez, ni siquiera habÃa dicho nada, y Pedro ya se habÃa percatado de su malestar e incluso habÃa pedido que alguien comprara medicamentos.
Definitivamente, los hombres no eran incapaces de ser atentos.
Usar la falta de atención como excusa no era más que falta de amor.
Bella también se habÃa dado cuenta de los cambios en Pedro.
En esta vida, en efecto, se preocupaba mucho más por ella que en la anterior.
Aunque ella no cambiarÃa su decisión de divorciarse, tal vez no tendrÃa necesidad de aferrarse al rencor hacia Pedro.
Después de todo, en esta vida, él no habÃa permitido que Anna la hostigara.
Tampoco habÃa ignorado sus asuntos por completo, sin prestarles atención.
-¿Por qué no dices nada? ¿TodavÃa te duele el estómago? ¿Quieres ir al hospital? -preguntó Pedro acercándose a ella.
Bella negó con la cabeza. No es necesario.
Entonces a Miguel salir, con su abrigo puesto y llevando las llaves del coche, probablemente para comprar las medicinas para ella.
-Asistente Martin. -lo llamó Bella.
Miguel, al ver a Bella, sintió que se le desmoronaba el corazón por dentro.
Esa mañana, cuando le informaba a Pedro sobre un asunto, de repente Pedro lo miró con frialdad, como si hubiera cometido un gran error.
Eso lo hizo repasar todo lo que habÃa hecho desde que entró en Grupo Romero, pero aún no sabÃa qué habÃa hecho enojar al jefe.
Hasta que Pedro le preguntó: -¿Qué pasarÃa si te golpeara una botella? Tembloroso y confundido, respondió: lastimaria....
-Entonces, ¿la persona que te protegiera de botella no resultarÃa herida? -dijo Pedro con mirada severa.
7/2 +15 BONUS Completamente perdido, se atrevió a preguntar: -¿QuiénprotegerÃa de la botella? Pedro respondió: -Bella.
Eso lo asustó tanto que se le cayeron los documentos sobre el escritorio, casi tirando la taza de té de Pedro.
Con voz temblorosa, dijo: -Señor Romero, la señora.... Ella no podrÃa...
-En adelante, mantente alejado de Bella ordenó Pedro en tono frÃo-. ¡Incluso evita cruzarte con ella! Cómo se atrevÃa a no obedecerse.
Hoy era la actividad grupal, sabÃa que Bella vendrÃa, asà que habÃatratado de pasar desapercibido adrede.
No fue a la piscina grande, ni a los manantiales termales que suelen c.o.m frecuentar las señoritas, ni siquiera se acerco a la zona de comidas para evitar a Bella, ¿cómo era que aún asà lo vio? Ahora Bella ya estaba frente a él, por más que quisiera evitarla, no podÃa escapar.
-Señora, ¿qué asunto tiene conmigo? -preguntó Miguel con firmeza.
Bella dijo:-Dlas llaves del coche, iré yo misma a la farmacia, asà no te molesto en ir.
Miguel miró a Pedro, que tenÃa una expresión indescifrable detrás de ella, y se apresuró a decir: -Señora, usted no conoce bien por aquÃ, mejor voy yo. -No importa, también tengo que comprar otras cosas.
-Puedo traerle lo que necesite.
-No hace falta, es mejor que vaya yo.
Miguel aún estaba considerando si debÃa insistir, cuando Pedro intervino: Trae las llaves, tú sube.
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