Chapter Capítulo 169
La Novia Equivocada Novela de Day Torres
ATRACCIÃN PELIGROSA. CAPÃTULO 18. Tú eres mÃa Nahia sentÃa que tenÃa los sentidos embotados mientras se sentaba en la cama y se quedaba mirando al vacÃo, tratando de ubicarse sin mucho éxito. Le dolÃa el cuerpo y se sentÃa demasiado cansada, pero si seguÃa en la cama eso no iba a mejorar.
Y cuando miró a su lado, donde Aaron dormÃa profundamente, solo lo confirmó.
Llevaba un pantalón de algodón suave como de pijama y nada para arriba. TenÃa los músculos relajados y aun asà se veÃa macizo el condenado. TenÃa un par de tatuajes idénticos sobre los pectorales y uno a un costado que se perdÃa dentro del pantalón... y Nahia ahogó un gemido pensando hasta dónde llegarÃa.
âMaldición, si no me levanto ahora, jamás me pararé de esta camaâ, pensó y se bajó para meterse en la ducha.
Salió de allà completamente vestida y para ese momento Aaron ya no estaba en su cama.
Veinte minutos después se lo encontró perfectamente arreglado en la cocina, poniendo frente a ella una taza de café.
-¿Te sientes mejor? -preguntó Aaron y ella se sentó en aquella banqueta con cansancio.
-Siento que me golpearon veinticinco elfos maniáticos -respondió ella-. Pero sÃ, supongo que estoy mejor. Muchas gracias por cuidarme.
-De nada. Lo hice con gusto... ¡Bueno, no con gusto porque no me gustó que te enfermaras, pero... tú me entiendes! -
respondió él. (1 Pero la verdad era que no, Nahia no lo entendÃa para nada. Aaron Orlenko le gustaba, le gustaba demasiado y quizás por eso era tan peligroso para ella, porque sabÃa que podÃa herirla con más facilidad que nadie, ya lo habÃa demostrado.
-Entonces ¿te vas a quedar? -preguntó y Aaron apoyó las dos manos sobre la encimera con determinación. 1 -SÃ, Nahia, voy a quedarme -declaró.
-Está bien, pero eso no cambia nada. Te agradezco que me cuides... pero eso es lo único que tengo planeado agradecerte. No quiero nada más, Aaron.
Ãl apretó los dientes y asintió, ya hasta odiaba que lo llamara por su nombre en vez de decirle Robocop.
-OK, pero igual voy a quedarme.
Porque estaba seguro de que, si se quedaba, serÃa capaz de cambiar las cosas.
Las semanas que siguieron fueron... complicadas, por decirlo de la mejor manera. Nahia iba a la universidad y Aaron estaba más atento que nunca a cualquier peligro. No habÃa sabido nada más de Vanessa pero era evidente que las locas de su calibre no eran propensas a encajar los golpes y seguir, menos uno como el que él le habÃa dado.
Su otro problema andante era el condecito. Nahia no lo veÃa mucho más que a otros compañeros y ocasionalmente se sentaban a almorzar juntos en la cafeterÃa, pero jamás hablaban de nada que no fuera la universidad o las competencias de Josh en los campeonatos universitarios.
Las cosas con Nania no iban mejorando, por desgracia. Ella estaba completamente concentrada en estudiar, asà que Aaron no veÃa ni una maldit@ rendija por la que volver a colarse en su corazón. La verdad era que lo ignoraba olÃmpicamente pero con la mayor educación, y realmente el trato profesional ya lo estaba espantando. ¿De verdad ella no iba a bajar la guardia nunca más? ¿¡De verdad no lo querÃa!?
La respuesta -junto con la felicidad absoluta-, le llegó un par de semanas después cuando ella le dijo que irÃa a una fiesta, pero antes de que él pudiera levantar ese Ãndice controlador y protestar Nahia se detuvo frente a él.
-No lo tomes como una oportunidad para empezar una pelea -le advirtió, rompiendo las alitas de su acelerado corazón. Una compañera cumple años, me invitó a su fiesta, serÃa de mala educación negarme. Solo acompáñame y listo ¿de acuerdo?
Aaron casi hizo un puchero. ¡Era la primera vez en su vida que deseaba que una mujer fuera inmadura y problemática! 1 Revisó los detalles de la fiesta y confirmó que solo estarÃan invitados universitarios, era en una propiedad privada, no del campus, y podÃa revisar incluso la lista del personal de servicio.
Aaron trató de comportarse con el mayor profesionalismo, pero verla salir de su cuarto con aquel vestido no ayudó en nada. Era sencillo y elegante, como si su diseñador hubiera reducido a la mÃnima expresividad el vestido sin sacrificar su feminidad. La tela era una mezcla de seda negra y suave en color vino que le llegaba a la rodilla. ¡Encima ni era corto! ¡No le faltaba tela! Ni universitaria loca parecÃa, pero Aaron estaba infartando con el dichoso vestido.
Y para rematar aquellos tacones de aguja, de los que subÃan unas medias negras que él solo morÃa de imaginar dónde terminaban.
-Ya estoy lista -murmuró Nahia y él sintió que el corazón se le desbocaba.
-Yo no...
Pero ella no lo escuchó, y si lo escuchó se hizo la desentendida, porque cinco minutos después Aaron conducÃa hacia la fiesta.
Cuando llegaron, la fiesta estaba en pleno apogeo. HabÃa juegos de mesa, algunos músicos tocaban y habÃa un grupo animado de chicos divirtiéndose.
Mientras Nahia saludaba a la cumpleañera y le dejaba su regalo, algunos invitados coquetearon abiertamente con Nahia, pero ella parecÃa tener una capacidad especial para rechazar amablemente. Aun asà Aaron sentÃa el calor de la impotencia y los celos creciendo dentro de sà mismo. No podÃa evitarlo, incluso si ella se comportaba a la perfección, a él le molestaba las miradas de todos los demás.
La siguió más lentamente, intentando frenar sus celos, pero fue en vano. Vio a un chico acercarse a ella y leyó en su rostro una expresión divertida que solo podia significar que intentarÃa conquistarla. Su peor pesadilla se estaba haciendo realidad justo delante de él, pero antes de que hiciera un solo movimiento Josh llegó para espantar al tipo.
-¡Lo siento, niño, esta ya está comprometida, piérdete! -le advirtió con una voz de autoridad que Aaron no hubiera ni imaginado, pero cuando se giró hacia Nahia tenÃa la expresión más risueña del mundo-. Se ponen muy pesados ¿verdad? -sonrió ofreciéndole su brazo y llevándola afuera.
-Es normal, están medio borrachos todos.
-¿Y por qué tú estás tan sobria? -preguntó Josh como si no lo comprendiera-. ¿No te aburres?
-Profundamente, pero solo vine un rato, por cumplir con Marga, no me gustan mucho estas fiestas. -¿Pues qué te parece si tú y yo nos vamos a una mesa del jardÃn, nos sentamos con esta preciosura â dijo sacando una botella que llevaba escondida en el saco-, y bebemos hasta caer mientras chismeamos sobre toda esta gente?
Nahia le sonrió con suavidad y sus siguientes palabras le dieron a Aaron ganas de retorcerle el cuello. -Lo siento, no debo.
Vengo con escolta y no está bien que incomode a mi guardaespaldas. No es su trabajo cuidarme si me pongo ebria -sentenció Nahia y Aaron maldijo siete veces su madurez.
-¡Ay por favor! ¡Tu guardaespaldas no va a decir nada! ¡Es más, puede acompañarnos, cuando se trata de reÃr, entre más gente, mejor! ¿No es verdad, señor Orlenko?
Aaron le dirigió una mirada asesina pero él mismo se sorprendió sonriendo.
-No pasa nada porque beba un poco, yo puedo llevarla a casa -replicó. Y a ti también te dejo sentado en la puerta de la tuya si te pasas de tragos.
-¿Ves? ¡Si es una maravilla ese hombre! -exclamó Josh tirando de su mano y Nahia miró a Aaron con sospecha mientras se sentaba con Josh en una mesa alejada del jardÃn y bebÃan mientras conversaban. Escucharla reÃr era el mejor sonido que Aaron habÃa escuchado en su vida, pero escucharla reÃr con otro, aunque no hubiera coqueteo de por medio, era terrible. Al parecer tenÃan demasiadas cosas en común aquellos dos, y Josh no era el angelito que todos creÃan, pero era un buen muchacho. 1 Y eso era todavÃa peor.
Finalmente para la medianoche los dos estaban obviamente pasados de copas, pero en el mismo momento en que Josh dijo âVamos a bailarâ, Aaron tiró de la mano de Nahia y se la echó al hombro como un costal de papas.
Meterla en el auto y llevársela a casa fue lo de menos, lo de más fue descargarla en la sala del departamento y sostenerla para que no se cayera.
Tenerla tan pegada a su cuerpo era un poquito problemático, porque ella era el tipo de ebria para quien todo era más hermoso, arcoÃris y mariposas... y él.
La sintió apretar sus cachetes haciendo un puchero.
-¿Por qué tienes que ser tan bonito? -rezongó Nahia y Aaron apretó los labios, sabiendo que al dÃa siguiente ella no se acordarÃa de que lo habÃa llamado âbonitoâ. 1 -¿Por qué tienes que ser tan madura? ¿No tienes intención de darme ni un poquito de celos? -protestó él manteniéndola apretada contra su pecho.
-No me hace falta, un hombre respira a diez metros de mà y tú ya estás celoso -replicó ella entrecerrando los ojos. ¿0 no...?
-Te odio.
-¡Ooooh sÃ! -se carcajeó ella, pero antes de que pudiera regodearse más ya la boca de Aaron habÃa impactado contra la suya y se estaban besando como si el mundo estuviera a punto de acabarse.
Nahia se prendió de sus brazos, haciendo que Aaron perdiera todo el control. Sus labios estaban ávidos, como si el beso pudiera alargarse para siempre y ninguno quisiera soltarse primero.
Y mientras el mundo giraba a su alrededor, Aaron sabÃa que estaba completamente perdido en aquella mujer. Su corazón latÃa tan rápido que temió que ella pudiera notarlo.
Sus manos la recorrieron con delicadeza, en cambio ella le desabrochó el saco con dedos torpes por los tragos que habÃan tomado, para luego enterrar la nariz en su pecho desnudo.
-¡Por Dios! ¿Cómo puedes oler tan bien? -la escuchó susurrar-. ¿También sabes bien? ¿Te puedo morder? 2 -Puedes hac... ¡SantÃsima virgen! ¡Claro que no! -gritó con la primera mordida, que también serÃa la única porque Aaron le dio la vuelta, rodeándola con sus brazos-. No se muerde. No se muerdeâle advirtió suspirando sobre su nuca y la besó allà mientras la escuchaba reÃr. 3 La empujó suavemente hacia ia habitación y se detuvo frente a la cama, estrechándola con fuerza antes de sentarla sobre ella y quitarle los zapatos.
-¿Me vas a hacer cosas innombrables? -preguntó Nahia con una sonrisa pÃcara. 2 -SÃ, pero te las voy a hacer cuando estés lo suficientemente lúcida como para poder ponerles nombre- amenazó sobre su boca mientras trepaba sobre ella en la cama y la besó con fiereza-. Tú eres mÃa, nena, y tarde o temprano voy a hacer que me quieras. Is Alerta de Spoiler: serÃa tarde.